IGLESIA SANTUARIO
VIRGEN DEL CARMEN
LA TIRANA
NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN DE LA TIRANA
El pueblo
La fiesta de La Tirana es uno de los acontecimientos religiosos que a más personas reúne en el Norte Grande. Son miles los peregrinos que durante una semana, entre el 10 y 20 de Julio, se dan cita en medio del desierto, en el pueblo de La Tirana, para venerar a la Virgen María, bajo el título de la Virgen del Carmen de La Tirana.
El pueblo se ubica a 75 Kms. de la ciudad de Iquique, capital de la primera región. Se encuentra en la depresión intermedia, a 1010 metros sobre el nivel del mar; en lo que es llamado la pampa del Tamarugal, por la gran concentración de tamarugos, que fueron diezmados en gran parte durante el período salitrero para fabricar carbón. La temperatura media es de 30 grados en el día y 2 grados en la noche. Es el típico clima en la Pampa del Tamarugal. El pequeño pueblo de “La Tirana” parece dormido pero... A principio de Julio de cada año todo cambia la pampa despierta.
Durante el año viven en el lugar alrededor de unas 1000 personas. El pueblo duerme en el silencio del año. La mayoría de sus casas cerradas despiertan del letargo para los días de la fiesta.
La Tirana es un Santuario en el desierto. Hacia allí se dirigen los caminos de los peregrinos de distintos puntos del norte de Chile, países fronterizos y de la zona central del país.
El santuario
El santuario tiene sus raíces en los albores de la conquista y de la evangelización del siglo XVI. Sus orígenes se vinculan a la leyenda de una princesa inca, Ñusta Huillac, una mujer que de acuerdo a la historia, era considerada una "Tirana" por sus drásticas decisiones. Al huir de la expedición de Diego de Almagro, la aguerrida princesa se refugió en los bosques del Tamarugal, donde se convirtió en una líder, atacando a los españoles que se internaban en los bosques. Ñusta Huillac tomó prisionero a uno de ellos, Vasco de Almeida, de quien se habría enamorado. Este hecho motivó su conversión al cristianismo por allá en 1540.
La verdad sobre la eternidad y con ello la prolongación de su amor, la atrae fuertemente y solicita el bautismo. Por esta razón fue considerada traidora y condenada a muerte junto a Vasco de Almeida. A petición suya, y tomando en cuenta su alta alcurnia, sus verdugos colocaron sobre su tumba una cruz que, años más tarde, descubriría el fraile Antonio de Rondón que seguía la expedición de Pedro de Valdivia.
El clérigo construyó una ermita en el lugar y colocó la imagen de la Virgen, transformándose rápidamente en un lugar de culto a la Madre del Señor por parte de los indígenas. Algunos especialistas plantean la existencia de un culto precolombino, cuestión no demostrada. De cualquier forma, se convirtió en un lugar donde comenzó a desarrollarse y expresarse la fe en Jesucristo y en el amor a la Virgen. Se iniciaron danzas de tipo familiar y el culto se limitaba a los que vivían en el sector.
Así, esta devoción en el lugar comienza a cobrar mayor fuerza a partir del siglo XVIII, cuando se acrecienta el número de feligreses que quieren rendir culto a la Santa Virgen. El lugar recibe el nombre de Pozo del Carmen de La Tirana o Pozo del Carmelo, sin embargo paulatinamente se va abreviando el nombre para ser conocido como La Tirana.
El actual templo es la tercera construcción: la primera fue una ermita construida por el sector del templo antiguo. En el siglo XVIII se construyó un templo de características andinas, el cual se derrumbó a causa de un fuerte sismo el 13 de agosto de 1866. En 1872, con materiales conseguidos en las diversas oficinas salitreras, y siguiendo las características de la construcción de la pampa se comenzó la edificación del actual templo. En 1879, debido a la guerra, los trabajos se detuvieron, transformándose la estructura en un esporádico albergue para las tropas. En 1884 se continuó con la obra la que fue inaugurada el 16 de julio de 1886.
1970: La construcción estuvo a punto de ser demolida con motivo de los grandes daños sufridos en el techo por los fuertes vientos. Sin embargo, los muros del templo fueron aplomados y se colocaron tensores en la nave central.
1978 - 1980: Se colocaron baños con fosas sépticas, los cuales provocaron deterioro en las fundaciones, socavando los cimientos de la parte posterior y quebrajando los pisos.
1992: Se produjo una grave inclinación del retablo, obligando a colocar una estructura de fierro provisoria que permaneció hasta el 2000. Inmediatamente se continuaron englobando las paredes posteriores, y vino el quiebre de los pisos del presbiterio.
Enero 1997: Producto de una fuerte llovizna, se inició una serie de cortos circuitos con chispas que salían por los bordes interiores y exteriores del techo, lo que evidenció un grave problema en el circuito eléctrico. La revisión de la Superintendencia de Electricidad y Combustibles ordenó el cierre del templo. Se acordó colocar un sistema de emergencia, que es el que funciona en la actualidad.
1997: Frente a los graves problemas que aquejaban al templo, se solicitó la opinión a profesores estructurales de la Universidad de Chile. Ellos evaluaron la situación, revisaron las estructuras y dieron una serie de indicaciones. Junto a esto se comenzaron a perfilar las necesidades del Santuario y la proyección del templo hacia los nuevos tiempos. Con la comunidad del pueblo se comenzó a perfilar un diseño que respondiera a lo que ellos esperaban.
1998: Se iniciaron los primeros trabajos de restauración. El templo comenzó a lucir sus nuevas bancas y se realizaron las primeras labores para reforzar los cimientos de la nave central, limpiar las paredes y devolver el tono original del templo. El nuevo altar, la sede, el ambón y el lucernario del templo se mandaron a confeccionar a Arequipa. También se trabajó en torno a las fundaciones y los pisos, junto al hermoseamiento y los primeros planos de levantamiento del templo.
1999: El Municipio de Iquique comprometió una ayuda de $ 100 millones, y se iniciaron las fases del diseño en dibujo arquitectónico de las nuevas dependencias, los cuales fueron sometidos a consulta a la comunidad cristiana del pueblo, sacerdotes, arquitectos y a dirigentes de los Bailes Religiosos. Los primeros diseños se realizaron con estudiantes del Colegio Obispo Labbé.
2000: Se inició la colocación de un gran toldo o atrio de acceso al Santuario con el fin de proteger la nueva puerta y proporcionar un mejor acceso. En julio de ese año el Municipio concretó una parte de la ayuda. Durante la fiesta el señor Nuncio Apostólico, Monseñor Luigi Ventura, revisó la maqueta, los planos y pidió la ampliación con dos naves laterales, modificando los diseños.
2002: El Gobierno Regional comprometió un fondo de $ 89 millones, los cuales unidos al aporte de $ 20 millones provenientes del Obispado de Iquique a través de donaciones, permitieron realizar los trabajos en el sector poniente del templo, inaugurándose el 10 de julio de 2004.
En febrero del año 2008 comenzó la segunda etapa de restauración del ala izquierda del Santuario de Nuestra Señora del Carmen de La Tirana. La obra contempla la edificación de un museo Antropológico religioso subterráneo, ampliación y restauración del altar de Jesús Nazareno, una capilla bautismal y una de velorios, una sala de centinelas y bodegas.
Estos y otros trabajos, se hacen posible gracias a los aportes de la Compañía Minera Doña Inés de Collahuasi, el Gobierno Regional y de los miles de peregrinos que han pasado por estas tierras.
(SIN MODIFICACION DE: www.iglesiadeiquique.cl)
UBICACION: calle General Ibáñez, entre calles Obispado y 16 de julio, Ruta Pozo Almonte - Pica, se encuentra a 995 msnm. (metros sobre el nivel del mar)
San José
Santa Rosa de Lima
San Lorenzo
El tamarugo y los bosques de La Tirana
FOTOGRAFIAS DE WFL, 2009
FOTOGRAFIAS DE WFL, 19 ENE 2018
LA VIRGEN DEL CARMEN EN LA PIEDAD POPULAR DE CHILE
Marco Antonio Ordenes Fernández, Obispo de Iquique
Introducción
Este año el día “16 de julio será feriado nacional” Esta noticia que pasó algo inadvertida en su momento, sin duda, que la viviremos todos los chilenos, como un día feriado; pero qué importante resulta preguntarnos por su sentido. El proyecto de ley aprobado por amplia mayoría en las cámaras de diputados y senadores, presenta como fundamento el homenaje que con ello se rinde a la Virgen, ya que como Madre, ha acompañado los diversos momentos de la historia patria. El 16 de julio, día de la advocación del Carmen, refleja ese particular título en el que se inscribe el especial amor que Chile ha tenido por María, la madre del Señor. Este artículo quiere hacer un breve recorrido por el significado que tiene esta advocación en la piedad popular de un pueblo creyente, que camina en estos nuevos tiempos, tan necesitado de identidad y acogida.
Los orígenes de la devoción
El origen de la devoción bajo el título del Carmen se encuentra en Israel, en el Monte Carmelo (Karmel: viñas de Dios), ligado a los antiguos eremitas que se vinculaban a la tradición del profeta Elías. La presencia de la Virgen en ese lugar se interpretó a partir del texto bíblico del primer libro de los Reyes, en la “pequeña nube” que traía la lluvia a una tierra seca. (Cfr. I R 18,44 ) Bajo esta figura bíblica estos primeros ermitaños dieron origen a la Orden la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo. En el siglo XI fueron llevados a fundar sus monasterios en Europa, extendiéndose por todo ese continente. En el siglo XII San Simón Stock recibió de la Virgen el hábito para vestir en la orden. Fueron grandes santos y reformadores de esta orden Teresa de Avila y Juan de la Cruz. La devoción a la Virgen del Carmelo, tuvo una particular atracción por las promesas del escapulario en la hora de muerte, pues la Virgen prometió que ella rogaría por la salvación de quien lo llevara siempre. Durante los siglos XVI-XIX su devoción era difundida no sólo por los de la orden carmelita, sino por muchas otras congregaciones, generando un ambiente muy grande de devoción en las “nuevas tierras” de América.
María del Carmen en América
El Papa Juan Pablo II dijo: “Decir América, es decir María” y esta afirmación constituye una verdadera síntesis de lo que auténticamente es América. Este continente se ha gestado en el encuentro de las raíces amerindias con la fe cristiana. Fue en la matriz precolombina donde quedó interpretada la fe expuesta en los modos del catolicismo hispano. La Virgen María, desempeñó en la evangelización de América un rol fundamental. Un ejemplo admirable son los sucesos del Tepeyac. No es posible comprender el complejo proceso de evangelización de la cultura azteca, sin la intervención y presencia de María. Su diálogo con el indio santo Juan Diego permitió la acogida del cristianismo, el cual era rechazado por la incoherencia que los mismos indios veían entre el mensaje del evangelio y la actitud de tantos conquistadores. La aparición de Guadalupe en 1531, codificó en la cultura propia el anuncio de la Buena Noticia, del cual ella era discípula testigo y misionera. La presencia de la Madre del Señor, fue acompañando el arduo camino de la evangelización de América. Ella permitió que el mensaje cristiano fuera acogido, develando la bondad y cercanía de Dios, particularmente con los más desposeídos. Así, las diversas órdenes religiosas fueron extendiendo la devoción mariana, a partir de sus propias advocaciones, muchas de las cuales se hicieron “mestizas” al combinarse con los nombres de los nuevos lugares de devoción, muchos de los cuales se constituyeron en importantes santuarios.
La devoción a la Virgen María, bajo su advocación del Carmen llegó a América muy tempranamente. Invocar a la Virgen bajo este título fue muy propio de los marinos, de los viajeros, pues la Virgen en la tradición del Carmelo recibía también el nombre medieval de “stella maris” (estrella del mar). Ya en le siglo XVII esta advocación se encontraba muy difundida por diversos lugares de América.
En el actual territorio de Chile, la devoción llegó a través de los evangelizadores y conquistadores en dos fuentes que hasta hoy se mantienen vigentes: la que se desarrolló en la zona central del país, y que fue fortalecida por la presencia de las monjas carmelitas venidas de Chuquisaca (Sucre, Bolivia) en la segunda mitad del siglo XVII; y la devoción generada en el Norte, particularmente en la Tirana, cuyo territorio pertenecía al virreinato del Perú, y que guarda sus orígenes hacia 1540, donde se ligó hondamente a la cultura andina. La devoción a la Virgen bajo este título se fue extendiendo en el Reino de Chile, acompañándose de una gran difusión por su escapulario. La invocaron los padres de la Patria; y Maipú, se volvió el lugar del agradecimiento de los patriotas a la Virgen por el triunfo decisivo ante el dominio español. El voto de O’higgins levantó en el lugar un templo. La devoción en la época república acompañó a los soldados, familias, campesinos, mineros. En los momentos de desastres naturales fue invocada por ciudades enteras. Durante la guerra del Pacífico, estuvo la devoción al Carmen muy presente en el escapulario usado por la gran mayoría de los soldados. Prat llevaba el escapulario al momento de su muerte. Sin duda que en la idiosincrasia e historia del chileno ha estado la condición de ser devoto de la Virgen del Carmen.
El Carmen en la cultura del pueblo
Cultura es el modo de comprender y dar forma a la vida, al grupo social y al entorno. Desde esta aproximación descubrimos lo esencial que es en el colectivo humano, tanto en sus modos de ser en el presente como en la proyección de su futuro. En el centro de de la cultura de un pueblo está la religión, pues ella modela y articula todas las inquietudes humanas. Lo religioso posee una expresión propia y particular que es fuente para la autocomprensión de un pueblo. América se ha desarrollado en una honda matriz religiosa, donde la fe cristiana fue expresada en las profundas categorías de las diversas culturas de los pueblos amerindios. Así, más que un sincretismo, expresión que muchas veces refleja miradas de escaso conocimiento o desprecio, lo que ocurrió fue un auténtico “mestizaje”, pues las verdades de la fe cristiana y sus expresiones rituales se expresaron en un nueva forma que unió admirablemente lo propio con la novedad del Evangelio, al modo del rostro moreno de Guadalupe y del barroco americano.
La devoción mariana, grabada a fuego en el corazón del indígena y del mestizo, fue recogiendo los mejores elementos de la cultura para expresar su asombro, reverencia ante lo sagrado; y allí, a la Madre del Señor. El arte, como expresión de la armonía de lo humano y lo trascendente, permitió manifestar este amor incondicional a la Señora del cielo.
Fue la danza y la música de los indígenas una de las primeras formas de manifestación de la fe y amor a María. Se fueron sumando las vestimentas, la pintura, esculturas religiosas, arquitectura de templos, etc.
En las expresiones más populares del pueblo están las canteras que originan tantos modos de la expresión de amor y devoción a la Virgen. Y esto tiene su origen en la cercanía que ella tiene con el mismo pueblo. Está entre ellos, dialoga en el contacto diario de la vida marcada por los gozos y sufrimientos. Ella comprende porque es madre, y como tal, custodia de la vida e incondicional en el amor a los hijos. En esta simple lógica se inscriben las razones de por qué ella nos vincula a Dios. Es “puerta del cielo siempre abierta” porque expresa lo que Dios mismo es. Con lo que somos y hacemos nos volvemos para también nosotros responder con cercanía a ella. Así se comprende el profundo sentido que tiene danzar, cantar, peregrinar, las ofrendas; incluso los sacrificios físicos Ella expresa la bondad de Dios, haciéndola “palpable”; y en definitiva nuestra relación es una respuesta de amor, pues “amor con amor se paga”. El tratarla con diminutivos: “patroncita, carmelita, virgencita, chinita”, el asignarle títulos “madre, señora, reina, abogada”; y vestir sus imágenes con los mejores trajes, flores, coronas, etc. son expresión de ese tan particular lugar que ella ocupa en el corazón de un pueblo creyente.
Es indudable que estas expresiones tienen en el norte una muy bella y propia expresión, marcada por la danza, las vestimentas, el color y la música en la cosmovisión andina. Estos modos se vuelven diversos en la misma diversidad de un territorio tan extenso como es Chile, recogiendo geografías humana y geográfica tan diversas.
La devoción a la Virgen vestida del Carmelo ha influido en la cultura de Chile. Su presencia se ha ligado estrechamente a las fuerzas armadas constituyéndola en su “patrona jurada y generala” Ha sido nombre de pila o compuesto para tantas generaciones de mujeres. Su imagen está en las ermitas de las entradas de las casas, en los cuarteles de carabineros. Su imagen está unida a los signos patrios como la bandera y el escudo; y en varias partes está ceñida con el tricolor nacional. La Virgen del Carmen está en la conciencia colectiva del pueblo sencillo. Está en el escapulario, en las estampitas, etc. La piedad popular descubre en María un refugio y un amparo extraordinario en todo momento, incluso en la muerte y más allá. Por ello que su devoción fue tan ligada a la oración por los difuntos, atravesando esta devoción todos los niveles sociales de Chile. .
La Carmelita discípula, testigo y misionera del Señor
La Madre del Señor se nos muestra en la Sagrada Escritura en un prototipo de vida para el creyente. María es “tipo” de la Iglesia que permite “acuñar” a los nuevos discípulos en cercanía al Maestro. El modelo discipular de María implica la acogida de la Palabra del Señor, su meditación en el corazón y la colocación en práctica. Así, sus palabras “hagan todo lo que Él les diga” (Jn 2, 5) constituyen un consejo que refleja el corazón de la Virgen. Su “modo de ser” describe el modo discipular: en Caná, en Nazaret, Belén y en el calvario, ella tiene una forma de actuar que refleja su total confianza en Dios. El Magnificat es reflejo de su total entrega y docilidad a la obra del Señor. Esto ha quedado expresado en los hábitos de su vestimenta carmelitana como el reflejo del modo espiritual de María. La imagen de la Virgen vestida de café (marrón) y blanco, nos muestran la condición de la existencia humana: un barro primordial creado por Dios, alentado por su espíritu. Es la condición de “sierva” donde María recuerda la identidad de la persona. Somos hijos obedientes de la voz del Padre, y a la vez “siervos de la Gracia” que se obra en nosotros y a través nuestro. La vida debe ser vivida en la humildad de la verdad del hombre: no es dios de sí mismo, el otro es hermano en la misma condición fundamental; y forma parte de una creación que es obra del Creador, donde el ser humano es señor y vicario del Creador, pero nunca su dueño absoluto. Es también el hábito del peregrino. Ella es discípula que avanza tras las huellas de su Hijo, el cual es su Maestro y Señor. En su propia vida, acogiendo y guardando la Palabra ha sido peregrina de la fe. Por ello que el manto blanco que cae sobre el hábito marrón es signo de esta fe. La peregrinación se realiza como creyente que da sentido final a todo. La escucha del Señor y la permanencia en su Palabra, la constituye en auténtica “madre y hermana” de Jesús porque cumple la voluntad del Señor. Ella ya ha recibido la corona del triunfo: está coronada con la total victoria de Cristo. Esto queda representado en su corona gloriosa, pues aquí, en el “valle de lágrimas” al mismo modo de su Hijo, tuvo que recibir la corona del sufrimiento en la adversidad y el dolor. Ella es la totalmente redimida en Cristo, la “llena de Gracia” donde se cumplen todas las esperanzas de la Iglesia, que ven en María el modo de su futuro absoluto.
La entrega del escapulario que se evidencia en su imagen; y en la permanente compañía de su Hijo, es la invitación de la “Maestra espiritual” a los hijos para recorrer el mismo camino. Es misionera del Anuncio de la salvación, dando testimonio de las “grandes maravillas que obra el Señor en sus criaturas”.
Estrella del camino
En los años sesenta, el padre Joaquín Alliende, buscando un signo religioso común para Chile, inspirado en la cruz del calvario de la Tirana, tuvo la genial idea de confeccionar la “Cruz de Chile” Esta cruz azul, con un sudario rojo, tiene en el centro una estrella de cinco puntas, el mismo tipo de la bandera nacional. Este signo unía la estrella solitaria del emblema nacional a María, Madre de Chile. Así, unida a esa antigua tradición del Carmelo, se descubre a María en el signo de la estrella (stella maris). La oración por Chile, compuesta por el padre Allende, la invoca recordando que “en la bandera presides nuestros días y en a noche sabiamente alumbras el camino”. Es un buen resumen de lo que María del Carmen ha significado para Chile. Ha sido el rostro materno y femenino permanente en la historia de la nación, donde confiadamente generaciones tras generaciones han invocado a la Madre del Señor con confianza de hijos. Su imagen instalada con humildes estampas se encuentra distribuidas por tantas partes, incluyendo hasta los lugares más impensables. Ciertamente que está en el corazón del creyente siendo luz serena, sabia, que invita a la docilidad en la voluntad del Señor. San Bernardo de Claraval decía: “Respicet stellam et vocate Mariam” (mira a la estrella e invoca a María) Su presencia es permanente, discreta en la totalidad, pero siempre dispuesta en la presencia que es acogida y paz, como el regazo de una madre, y orientación segura como las estrellas en el rumbo incierto de los ruteros en la noche.
La Virgen del Carmelo en el caminar del hoy de Chile
Los nuevos tiempos han traído la emergencia de una nueva cultura cuyos modos aún no son totalmente definidos; e incluso dudando si algún día lo pudieran ser. En estos asomos de nuevas formas, el paradigma se realiza en el absolutismo de la libertad humana y en el olvido de Dios. Se construye cada vez más la ciudad de los hombres sin tener en referencia la ciudad de Dios. El Creador llega a ser incluso un referente molesto para el modo de nueva sociedad que se quiere desarrollar. Chile, no está ajeno a estas nuevas tendencias, generadoras de tantas situaciones de avance en el campo de la ciencia y la tecnología extraordinaria; pero sin embargo, también con tanto olvido de Dios y violencia contra el propio ser humano. Hay un gran desafío de humanizar la sociedad en su economía, en los modos de organización, en las relaciones familiares, los tiempos de descanso y trabajo, etc. El cardenal Raúl Silva Henríquez en su testamento espiritual, habló del “alma de Chile” En el camino hacia el bicentenario de la Patria, es urgente redescubrir esta alma. Allí, en esa historia patria, marcada por tantos momentos de triunfo, fracasos, dolores y alegrías, está grabado lo mejor de la identidad nacional: su vocación a la fraternidad, su infatigable capacidad solidaria, el respeto por los otros, el cuidado y la valoración de la vida y la familia, la capacidad de reconciliación, la honestidad y la responsabilidad, el ideario del bien común por sobre el personal. Esto ha sido parte de Chile: ¿cómo recuperarlo, fortalecerlo, reanimarlo? Aquí, la presencia de María, la estrella del camino y la peregrina de la fe, es un testimonio e impulso a revalorar lo mejor del alma de Chile. Ella, como madre, es capaz de abrir caminos en los corazones más duros y apartados. Su intercesión puede alcanzarnos lo inaccesible para nuestras propias fuerzas. Es testimonio del auténtico discipulado de Cristo, que es necesario vivirlo en este nuevo “hoy de Chile” si queremos ser testigos de una Buena noticia para la patria. Se requiere revitalizar este vínculo de María del Carmen con Chile, para que sea estrella de esperanza para los distintos momentos del país. Se hace necesario redescubrir la advocación del Carmen, para ir más allá de ese modo que quedó tan arraigado en la devoción del romanticismo, para descubrir ese modo discipular, de Madre y maestra que posee la Virgen en el camino de los nuevos peregrinos de la fe.
Ella está unida a nuestra historia, y sigue siendo causa de la alegría de un pueblo que con fe sencilla la aclama. En julio, y durante todo el año, retumban los tambores a la Madre del Carmelo en su casa del desierto nortino. Por el sur, su imagen acompaña a los pescadores y San Pedro, avanzando por las frías aguas de las bahías. Está en la procesión de los campesinos, y su memoria se guarda en junto a las tumbas de los héroes, y en los templos de la ciudad que avanza entre progresos y desprogresos. Ella está allí, por eso, desde este año Chile se detendrá, para que sus hijos la invoquen el 16 de julio, como la madre que acompaña noche y día, bendiciendo a esta nuestra querida Patria. María, la madre del Señor, se nos hizo carmelita en estas tierras chilenas, para hacernos a nosotros discípulos y misioneros del Señor Jesús.
HISTORIA DE LOS BAILES
(www.iglesiadeiquique.cl)
La aparición de la DANZA como expresión de fe, es muy temprana. Sus raíces se inscriben en las danzas culturales de los indígenas de toda América. Estos llamados “bailes de indios” fueron combatidos y despreciados durante mucho tiempo. Hay antecedentes de bailes al interior de los templos todavía en la danza sigue presente en el alma misma del pueblo que persevera en ella. La plenitud de ellas se encuentra en las fiestas patronales de los pueblos.
A la tradición oral sobre el origen del Santuario se unen los datos históricos que se conservan. Este pueblo de origen minero, leñadores, arrieros y peones, dependía de la parroquia del oasis de Pica a unos cuarenta kilómetros al Sur Este.
El baile de los chinos es una de las cofradías no aymaras de más antigua data: 1901. Hacia 1920 afloran una gran cantidad de nuevas cofradías que tienen su centro en el poblado de Pozo Almonte. Los bailes más antiguos en La Tirana son:
• Los Llameros o Pastoriles, que representan la domesticación de la llama.
• Las Cuyacas, con una majestuosa danza de origen incaico acompañada de instrumentos autóctonos.
• Los Chunchos, baile de la selva, que simboliza una danza.
• Los Chinos, aparecen en Andacollo, su origen son los mineros que festejan a su Virgen. Ellos son sus servidores. La influencia de la gran presencia china en el Norte que lleva a identificarlos con la raza oriental.
• Los Morenos, baile de negros africanos asumidos por el mestizaje. Expresa el ansia de la libertad.
Hacia los años 30 aparecen los Pieles Rojas, los Indios Dakotas, Gitanos, Promeseros, Romeros, Gauchitos, Huasos, Ali-Ba-Bá, Sambos, Sambos Caporales, Kallaguayas, Kullaguas, Kalahuallos, Kullahuada, Osadas Bolivianadas, cosacos y otros tantos más que van haciendo multicolor la fiesta.
Las grandes Diabladas surgen en 1960, cuando Don Gregorio Ordenes, forma una compañía de Diablos. Han sido las Diabladas, inspiradas en las Morenadas bolivianas, las que se han convertido en un símbolo de la fiesta de La Tirana para el resto del país y el exterior.
La disciplina y la moral de la fiesta a comienzos de siglo al parecer dejaba mucho que desear. Surgen la presencia de grandes caporales: Manuel Mercado, Aniceto Plaza.
En 1965 surge la Federación de Bailes Religiosos, que recibió la personalidad jurídica de la Iglesia el 12 de Julio de 1968.
LA
PEREGRINACION HACIA EL SANTUARIO
P. Marco A. Ordenes Fernández
Rector Santuario Ntra. Sra. del Carmen de La
Tirana
Todos los años cuando llega el mes
de Marzo comienzan los bailes el período de preparación de los ensayos, y a
medida que se acerca Julio, todo se vuelve preparativos para la fiesta del
Carmen de La Tirana. Los
primeros días de Julio comienza el peregrinar. Pero ¿Por qué vamos? ¿ Qué
significa peregrinar?
Nuestra marcha anual se dirige al
Santuario del Carmen de La Tirana. El Santuario es un lugar especial: donde la
fuerza de Dios se siente de una manera muy especial. Allí se puede palpar el
"toque del dedo de Dios". En el santuario hay una especial fuerza
salvadora de Dios, de su misericordia. Los Santuarios surgen más que por una
iniciativa de los hombres, por una iniciativa de Dios. Tienen orígenes
humildes, modestos, que se pierden en diversas historias y tradiciones, pero lo
que hay de fondo, es que en ese lugar, a través de la presencia especial de la
Virgen, de algún santo o del Señor mismo se descubre el amor de Dios. Por ello
que desde antiguo comienzan los hombres y mujeres de diferentes condiciones
sociales, culturales a dirigirse hacia este especial lugar de la Fe.
El
Santuario es un punto en una región hacia donde concurren todos los caminos, es
el centro ola capital de la celebración de la Fe. Hacia allí va el paso del
peregrino que apenas sabe leer, como el erudito y el sabio. El Santuario se
caracteriza por ser una tierra de encuentro. Durante la fiesta se produce un
tiempo de especial fraternidad; existe la posibilidad de vivir como hermanos,
de todos compartir la misma Fe a pesar de cualquiera diferencia social o
política, y de todos dirigirnos al mismo Dios a través del maternal rostro de
la Carmelita.
Como
tierra de encuentro es un lugar favorecido por Dios para el perdón entre los
hombres, y para el perdón de Dios a través del Sacramento de la Reconciliación.
Es un lugar para la caridad, para comprometerse en el amor hacia los hermanos
en gestos concretos. Es un lugar especial para renovar nuestra Fe y amor a Dios
Padre.
EL
CORAZON DEL PEREGRINO
Ser
peregrino significa marchar, hacer un camino no sólo exterior, sino
especialmente interior. Avanzamos con los pies y con el corazón. Llevamos en la
marcha todo lo que ha sido nuestra vida con sus altos y sus bajos. Siempre es
bueno llevar al Santuario una especial intención, un agradecimiento, una
súplica particular, un deseo de encuentro con el Señor.
EL
SANTUARIO DE LA CARMELITA
El Santuario del Carmen de La
Tirana es para todo el Norte Grande la capital de la Fe. Es un lugar con raíces
tan profundas de Fe con un permanente toque de la Gracia de Dios, que lo hace
un lugar siempre nuevo, emocionante, de profunda experiencia de encuentro con
nosotros mismo y con el Señor por intermedio de la Virgen. Sus orígenes como ya
lo hemos visto en encuentros anteriores e remontan al siglo XVI y se mezclan
con la leyenda.
La fiesta del Santuario tiene tal
fuerza en la vida del Norte Grande que marca la marcha del año: todo es
"antes o después de La Tirana". Un pequeño pueblo se transforma en la
gran casa de miles de peregrinos. El Santuario se viste de fiesta. Se inicia,
después de un largo período de preparación la Fiesta del Carmen de La Tirana.
RITUAL
La fiesta se inicia con la ENTRADA
de la federación Tirana, del Obispo y del Equipo Pastoral, que son acogidos por
la comunidad del Santuario y el Rector. Desde ese día comienzan los saludos de
los bailes. Durante los días de fiesta se disponen diversos lugares para las
celebraciones de la Eucaristía: por los enfermos, ancianos, niños, para las
asociaciones; hay horarios especiales para el Sacramento de la reconciliación.
En el llamado Templo Antiguo, capilla construida junto a las ruinas del segundo
templo, se realiza oración en silencio y todas las noches la adoración al
Santísimo. Llegado el 15 en la noche comienzan las solemnes vísperas del 16.
Con una gran celebración en la explanada se recibe el día 16 entre cantos,
fuegos artificiales, bengalas y las aclamaciones de amor a la Carmelita. Es un
momento de profunda Fe. El día 16 es la fiesta en sí, la hermosa Misa del día
de la fiesta y por la tarde la multitudinaria procesión por las calles del
pueblo. Luego comenzarán las despedidas de los bailes: "hasta el año"
si Dios así lo permite. Se mezcla el cansancio y la tristeza por la partida.
Allí el rostro de la Carmelita es una invitación a ser cristianos durante el
año.
Hacer fiesta es celebrar con gozo
la experiencia del amor de Dios. No es una fiesta de alcohol o droga. Es una
fiesta donde la alegría no necesita de
excusas. Es el estallido del gozo que brota del corazón al tomar conciencia del
amor de Dios, el amor y la preocupación de la Virgen por mí. Me brota el canto,
los vivas, la música, la alegría de las ropas y la danza. Todo me invita a
alabar. La fiesta es una gran alabanza, como David que iba cantando delante del
Arca.
MOMENTOS
DEL RITUAL DEL BAILE
Ensayo:
Ayudan a preparar los cantos, las mudanzas que realizan y entonarán en el
Santuario. Es un tiempo de preparar los trajes y debiera ser también el tiempo
para ir preparando el corazón, contándole al Señor y a la Virgen cuáles serán
las motivaciones y las peticiones que llevarán al Santuario.
Despedida
de Pueblo: Llega el día de ir a algún templo para invocar allí la protección de
Dios para el viaje. Se le pide a la Virgen que nos ampare para que podamos
tener una hermosa fiesta cristiana.
Entrada:
Al llegar comienza el saludo, en primer lugar a Cristo, el Señor. En el nombre
de Dios comenzamos la fiesta y el trayecto final hacia el Santuario de ña
Madre. El canto, la danza va abriendo las calles del pueblo y las del corazón.
Al
llegar a la plaza se contempla el Templo, la casa de la Madre, al entrar
llegamos al corazón de nuestro caminar. En el rostro de la Madre contemplamos
la bondad de Dios.
Saludos:
Luego de la entrada vienen los saludos de la mañana, de la tarde y de la noche.
Algunos lo hacen en el Templo, sería hermoso que todos los bailes lo pudieran
realizar en sus sedes. Esto se combina con los bailes en la plaza, donde se
danza todo el día y la noche.
Celebraciones:
Hay una serie de celebraciones particulares con intenciones especiales:
ancianos, niños, enfermos, mundo andino, Misas de Asociaciones de Bailes,
confesiones, celebraciones de Primeras Comuniones, Bautizos, Adoración y
procesiones con el Santísimo Sacramento, etc. Son oportunidades muy hermosas
para participar profundamente.
Vísperas
de la Fiesta: El día más anhelado de la fiesta lo esperamos en la gran plaza
del Templo, celebrando la Eucaristía con signos y cantos muy inspirados en los
bailes, aguardamos a llegada de la medianoche: "es ya 16 de Julio" la
plaza se llena de luz, canto y una profunda emoción embarga el corazón. Desde
ese momento comienza el Alba, en distintos puntos del Santuario y del pueblo.
El
día de la fiesta: Acudimos en la mañana junto a las autoridades regionales a la
Solemne Eucaristía del Día de la Fiesta. En la tarde comienza la procesión por
las calles del pueblo. Una multitud se congrega para el retorno de la imagen. Hemos
llegado al punto culminante de la fiesta.
La
despedida: Comienzan los cantos de la despedida. Fatigados por los días de
danza, comenzamos a implorar la bendición de Dios y el dulce amparo de nuestra
Madre. Con los ojos llenos de lágrimas nos retiramos. Salimos desde la puerta
del Santuario danzando un trote nos dirigimos hacia la salida del pueblo.
Frente a la Cruz de Cristo, en el Calvario, escuchamos la despedida del
Caporal, un resumen de lo que hicimos y nos abrazamos con el saludo den la paz.
Desde ahora estamos listos para volver a nuestros lugares de origen.
(www.iglesiadeiquique.cl)
(DOCUMENTO DE: Revista En Viaje, N. 335, sept. 1961)
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