IGLESIA
VIRGEN DE LOURDES
VIRGEN DE LOURDES
CHACAO VIEJO (Chiloé)
SUCESOS HISTORICOS RELATIVOS A LAS IGLESIAS DE CHACAO Y
ANCUD
Chiloé fue descubierto en 1553 por Francisco de Ulloa y fue conquistado por Martín Ruiz de Gamboa en 1567 con una expedición de 110 hombres y una fragata de abastecimiento. Ruiz de Gamboa denominó a la isla como Nueva Galicia, nombró gobernador a Alonso Benítez y fundó la villa de Santiago de Castro y una avanzada en Chacao como puerto principal.
La llegada de los españoles significó para los indígenas el someterse al sistema de encomienda, en que debían servir a modo de esclavitud. La dureza del trabajo, la pobre vida del indígena y el tráfico ilegal hacia los lavaderos de oro de Chile central, provocaron la gran rebelión mapuche de 1598 a 1602, la que llevó a la destrucción de todos los asentamientos españoles al sur del río Bio Bío.
Huyendo de las correrías indígenas de las devastadas ciudades de Osorno y Villarrica, un contingente de españoles, mujeres e indios amigos, incluso algunas monjas del Convento de Santa Clara de Osorno que sufrieron del pillaje indígena, dejando atrás a muertos en el fatigoso y terrible escape y camino entre la selva, alcanzaron la ribera norte del Canal de Chacao y fundaron los fuertes de Calbuco y Carelmapu. Mientras algunos españoles permanecieron en estas fortificaciones, unos embarcaron rumbo a Concepción en 1602 junto a las monjas clarisas y otro grupo navegó llegando a Chiloé.
En 1608 llegan los primeros jesuitas a Chiloé, en una labor evangelizadora que dejó una profunda huella en la población del archipiélago.
En el siglo XVII las poblaciones de Chiloé son continuamente atacadas por piratas y corsarios.
El 14 de mayo de 1633 vinose a caer sobre Calbuco, Carelmapu y Chiloé un gran terremoto acompañado de una lluvia torrencial, granizo y la erupción de algún volcán cercano, que dejó ruina y enorme pánico en las pequeñas villas. Dice el Padre Pedro González de Agueros “... Elevóse, i fué fuego á caer al mar, alterando inmediatamente sus aguas. Vino después una furiosa tempestad, acompañada de asombrosa obscuridad, i rompiendo el Cielo en granizo: halláron piedras mas gruesas que valas de mosquete. Finalmente, estaban ya aquellas gentes creyendo ser llegada para ellos la última hora de su vida, i por tanto clamando sin cesar á Diós, esperaban por instantes pasar á la eternidad”.
Debido a este terremoto, al ataque del pirata Brouwer en 1643 y a las contínuas inundaciones de la bahía de Carelmapu, a fines del siglo XVII fue trasladada a la iglesia de Chacao la antigua imagen de la Virgen de la Candelaria de ese poblado.
En 1710 se crean los curatos de Chacao y Calbuco.
Durante este siglo XVII la economía del archipiélago sufrió una gran transformación producto del comercio de tablas de alerce hacia el Perú, lo que aumentó el trabajo exigido a la población indígena, que junto a los continuos problemas con los españoles, generó la rebelión huilliche de 1712 que asoló los poblados de Chiloé dejando muerte y destrucción.
En los años siguientes, y como fruto de las exigencias de los caciques indígenas, el Gobierno dictó nuevos reglamentos que mejoraron la situación de la población nativa.
Chacao permanecería aún hasta 1768 como único y principal puerto del archipiélago, pero debido a los contínuos problemas de navegación, de vientos, corrientes y mareas, se proyectó construir una nueva villa, para lo cual se reconoció como óptimo el sector llamado “Gacui” o “El Inglés”, unas cuantas leguas al sur poniente. Bajo orden real del Rey Carlos III, el 20 de agosto de 1767, se envió el mandato al Virrey del Perú, Manuel de Amat, de fortificar el extremo norte de la isla de Chiloé, para lo cual se instruyó al brigadier Carlos de Beranger, nombrado Gobernador de Chiloé, para que levantara un fuerte y villa en el extremo nor-occidental de la isla de Chiloé, como punto defensivo para la navegación del extremo sur de la América frente a las amenazas de ingleses y piratas. Su condición de territorio estratégico para la corona española permitió que pasara a depender directamente del Virreinato del Perú y que se fundara la ciudad como cabecera militar. Así se fundó San Carlos (hoy Ancud) en 1768, en la denominada Bahía del Rey, para lo cual se trasladó a la población de Chacao, y se convirtió la villa en sede del gobernador y principal puerto de la isla, creando una fortificación en la bahía mediante baterías artilladas cuyo centro de mando fue el castillo de San Miguel de Agüi.
El 26 de agosto de 1767 se decretó la expulsión de la Compañía de Jesús de Chile, así como en los otros dominios de España, y se acordó traer a los padres franciscanos a la isla, que llegaron a Castro desde el Colegio de Chillán en 1768.
Los pocos misioneros residían en Castro y a partir del siglo XVIII comenzaron a vivir también en los fuertes de Chacao y Calbuco, cabeza de los curatos creados en 1710. El número de sacedotes era escaso y atendían sólo a la población española, fuera de casos de urgencia en otros poblados. En 1768 el curato de Chacao atendía la costa norte de la isla de Chiloé, a San Antonio de Chacao, San Carlos, Estero de Chacao, Caulín, Manao, Llico, Linao, Huito, Caucagüe, Caipulli, Cogomó, Pudeto y Quetalmahue, en la isla; y Carelmapu y Maullín en el continente; y contaba con un padre para 3.025 españoles y 1.326 indígenas. Frente a las escacez de padres, fueron delegadas ciertas funciones en algún poblador llamado “fiscal”. En 1785 el curato de Chacao contaba con 14 fiscales para 13 pueblos. Sin embargo los franciscanos no tenían mucha confianza en que estos manejaran bien los asuntos de la religión, por lo que a veces ellos mismos asumían la enseñanza de los niños. Este hecho trajo conflictos con los indígenas, ya que alegaban que el catecismo debía ser efectuado por el fiscal, ya que en la época jesuíta el fiscal llegó a tener mayor reconocimiento y respeto.
En 1769 el padre de Chacao pasa a hacerse cargo de la zona San Carlos, aunque sigió siendo párroco de Chacao. Sobre esta situación Fray Pedro González de Agueros fue muy crítico: “Aquel curato tiene su iglesia parroquial en Chacao, la que hizo de nuevo, a costa de sus limosnas y exquisitas diligencias, el religioso misionero Fray Norberto Fernández, pues ¿por qué no obliga el gobernador a aquel cura que resida en ella, cuando esta situada en el centro del curato y le sería más fácil asistir a otros pueblos de su obligación, lo que residiendo en San Carlos, que se halla en un extremo, le imposibilita cuidar hasta Chaurague, que pasan de 16 leguas de distancia?” Desde que el padre reside definitivamente en San Carlos a partir de 1773, reconstruye la Capilla Real de San Antonio de Padua, la única existente hasta 1778 y que estaba en el llano inmediato al fuerte, y la llena de ornamentos y alhajas; y luego decide construir otra iglesia en el barrio sur del fuerte, junto a la casa del Gobernador y de los soldados, dotándola de cinco altares.
El 29 de mayo de 1769, el piloto Francisco Machado zarpa de San Antonio de Chacao para reconocer las islas de los archipiélagos de Las Guaitecas y Guayaneco, por orden del Gobernador Beranger.
En 1769 y 1776 llegan por primera vez a la isla las pestes de viruela y sarampión, en naviós provenientes de Lima, y que sólo afectaron a la población de San Carlos.
En 1770 la iglesia de Chacao sufre un incendio que la deja casi en ruinas y que lleva a reconstruirla años después.
En 1774 San Carlos era la de mayor población y contaba con 60 casas y 472 personas; y a 1791 tenía 200 casas y más de 1.100 habitantes.
Entre 1760 y 1780 los indígenas continuaban huyendo de la miseria y del mal trato español, y la población de Chiloé se redujo a la mitad, lo que llevó a levantar un padrón de la provincia (Chiloé, Carelmapu, Calbuco) en 1789, que arrojó “15.072 españoles y mestizos, y 11.617 indios puros”.
En 1780 fueron abolidas definitivamente las encomiendas chilotas, aún cuando se mantuvo la obligación de los indígenas de pagar un tributo directamente al rey.
A partir de 1784 la villa de San Carlos fue la sede de la Intendencia de Chiloé erigida aquel año.
En 1787 el Obispo de Concepción, ante los problemas de distancia y dificultades de comunicacion entre los curatos de Chiloé y la Sede Episcopal, lo llevó a pedir al Rey de España crear un propio obispado en la isla, y destinar el dinero necesario para su manteción. Fray Pedro González Agüeros vió con entusiasmo la idea y presentó el proyecto del nuevo episcopado. Chiloé ya había tenido un obispo auxiliar en Castro entre 1738 y 1741, cuando la iglesia fue elevada a catedral.
En 1826, tras varias campañas militares y con la derrota definitiva de las fuerzas españolas en Chile, que culminaron con la firma del Tratado de Tantauco, se produjo la anexión definitiva de las islas del archipiélago de Chiloé al territorio nacional.
El 4 de julio de 1834 una ley cambia el nombre a la villa de San Carlos de Chiloé por el de Ancud, otorgándole también el título de ciudad y capital de la Provincia de Chiloé.
El 28 de junio de 1834 llega a Ancud la expedición científica de Charles Darwin.
El 1 de julio de 1840, el Papa Gregorio XVI, constituye la Diócesis de San Carlos de Ancud, situando la sede episcopal en Ancud, cuyo primer Obispo titular fue el dominico Justo Donoso Vivanco, quien fuera más tarde Obispo de La Serena y Ministro de Justicia, Culto e Instrucción Pública.
Durante el siglo XIX, Ancud tuvo una activa vida comercial marítima, que comenzó a decaer luego de la apertura del Canal de Panamá.
En los primeros años del siglo XX, el Plan de Colonización del Gobierno trajo a Chiloé a una colonia de extranjeros, principalmente alemanes, que dieron impulso al comercio agrícola y ganadero.
Gran desarrollo experimentó la educación con la fundación del Seminario Conciliar de Ancud el 13 de abril de 1845, bajo el mando de Monseñor Justo Donoso; con la fundación del Liceo de Ancud el 11 de octubre de 1868 y con la llegada de las religiosas de la Congregación de la Inmaculada Concepción el 3 de noviembre de 1874.
En 1851 el Obispo Justo Donoso (1844-1853) celebra en Ancud el Primer Sínodo Diocesano de la provincia de Chiloé.
Entre 1886 y 1897 fue Obispo de Ancud, el dominico Fray Agustín Lucero y Lezcano, quien visitó casi toda la isla, puso las bases del Seminario de la Diócesis y celebró el Segundo Sínodo Diocesano (1894).
El 21 y 22 de mayo de 1960 la isla de Chiloé sufre los efectos de un terremoto y maremoto.
En 1970 se anexa a la Diócesis de Ancud la jurisdicción de la Provincia de Palena, que comprende Chiloé continental y las Islas Guaitecas, y que pertenecían al Vicariato Apostólico de Aysén.
Debido al Nuevo Plan de Regionalización del Gobierno Militar, en 1982, Ancud dejó de ser la capital de la Provincia de Chiloé.
(EXTRACTO DE: “Descripción Historial de la Provincia y Archipiélago de Chiloé, en el Reyno de Chile y Obispado de la Concepción”, Padre Pedro González de Agueros, 1791; “Chiloé, Su Estado Actual, Su Colonización , Su Porvenir”, Alfredo Weber, 1903; “Sínodos y Concilios Chilenos, 1584-1961”, Obispo Carlos Oviedo Cavada; ”Las Misiones Franciscanas de Chiloé a Fines del Siglo XVIII: 1771-1800”, Rodolfo Urbina Burgos, 1990; “Los Dominicos y el Nuevo Mundo, Siglos XIX-XX”, actas del V. Congreso Iternacional de Querétaro, México (sep. 1995), 1997; Obispado de Ancud en www.obispadodeancud.cl; Municipalidad de Ancud en www.muniancud.cl, www.icarito.cl y www.memoriachilena.cl)
NOTA: hay gran diferencia entre fechas e información en los documentos consultados, incluso los datos del Primer Sínodo Docesano aparecidos en el libro “Los Dominicos y el Nuevo Mundo, Siglos XIX-XX”, no corresponden con los entregados en “Sínodos y Concilios Chilenos”, del Obispo Carlos Oviedo Cavada.
Chiloé fue descubierto en 1553 por Francisco de Ulloa y fue conquistado por Martín Ruiz de Gamboa en 1567 con una expedición de 110 hombres y una fragata de abastecimiento. Ruiz de Gamboa denominó a la isla como Nueva Galicia, nombró gobernador a Alonso Benítez y fundó la villa de Santiago de Castro y una avanzada en Chacao como puerto principal.
La llegada de los españoles significó para los indígenas el someterse al sistema de encomienda, en que debían servir a modo de esclavitud. La dureza del trabajo, la pobre vida del indígena y el tráfico ilegal hacia los lavaderos de oro de Chile central, provocaron la gran rebelión mapuche de 1598 a 1602, la que llevó a la destrucción de todos los asentamientos españoles al sur del río Bio Bío.
Huyendo de las correrías indígenas de las devastadas ciudades de Osorno y Villarrica, un contingente de españoles, mujeres e indios amigos, incluso algunas monjas del Convento de Santa Clara de Osorno que sufrieron del pillaje indígena, dejando atrás a muertos en el fatigoso y terrible escape y camino entre la selva, alcanzaron la ribera norte del Canal de Chacao y fundaron los fuertes de Calbuco y Carelmapu. Mientras algunos españoles permanecieron en estas fortificaciones, unos embarcaron rumbo a Concepción en 1602 junto a las monjas clarisas y otro grupo navegó llegando a Chiloé.
En 1608 llegan los primeros jesuitas a Chiloé, en una labor evangelizadora que dejó una profunda huella en la población del archipiélago.
En el siglo XVII las poblaciones de Chiloé son continuamente atacadas por piratas y corsarios.
El 14 de mayo de 1633 vinose a caer sobre Calbuco, Carelmapu y Chiloé un gran terremoto acompañado de una lluvia torrencial, granizo y la erupción de algún volcán cercano, que dejó ruina y enorme pánico en las pequeñas villas. Dice el Padre Pedro González de Agueros “... Elevóse, i fué fuego á caer al mar, alterando inmediatamente sus aguas. Vino después una furiosa tempestad, acompañada de asombrosa obscuridad, i rompiendo el Cielo en granizo: halláron piedras mas gruesas que valas de mosquete. Finalmente, estaban ya aquellas gentes creyendo ser llegada para ellos la última hora de su vida, i por tanto clamando sin cesar á Diós, esperaban por instantes pasar á la eternidad”.
Debido a este terremoto, al ataque del pirata Brouwer en 1643 y a las contínuas inundaciones de la bahía de Carelmapu, a fines del siglo XVII fue trasladada a la iglesia de Chacao la antigua imagen de la Virgen de la Candelaria de ese poblado.
En 1710 se crean los curatos de Chacao y Calbuco.
Durante este siglo XVII la economía del archipiélago sufrió una gran transformación producto del comercio de tablas de alerce hacia el Perú, lo que aumentó el trabajo exigido a la población indígena, que junto a los continuos problemas con los españoles, generó la rebelión huilliche de 1712 que asoló los poblados de Chiloé dejando muerte y destrucción.
En los años siguientes, y como fruto de las exigencias de los caciques indígenas, el Gobierno dictó nuevos reglamentos que mejoraron la situación de la población nativa.
Chacao permanecería aún hasta 1768 como único y principal puerto del archipiélago, pero debido a los contínuos problemas de navegación, de vientos, corrientes y mareas, se proyectó construir una nueva villa, para lo cual se reconoció como óptimo el sector llamado “Gacui” o “El Inglés”, unas cuantas leguas al sur poniente. Bajo orden real del Rey Carlos III, el 20 de agosto de 1767, se envió el mandato al Virrey del Perú, Manuel de Amat, de fortificar el extremo norte de la isla de Chiloé, para lo cual se instruyó al brigadier Carlos de Beranger, nombrado Gobernador de Chiloé, para que levantara un fuerte y villa en el extremo nor-occidental de la isla de Chiloé, como punto defensivo para la navegación del extremo sur de la América frente a las amenazas de ingleses y piratas. Su condición de territorio estratégico para la corona española permitió que pasara a depender directamente del Virreinato del Perú y que se fundara la ciudad como cabecera militar. Así se fundó San Carlos (hoy Ancud) en 1768, en la denominada Bahía del Rey, para lo cual se trasladó a la población de Chacao, y se convirtió la villa en sede del gobernador y principal puerto de la isla, creando una fortificación en la bahía mediante baterías artilladas cuyo centro de mando fue el castillo de San Miguel de Agüi.
El 26 de agosto de 1767 se decretó la expulsión de la Compañía de Jesús de Chile, así como en los otros dominios de España, y se acordó traer a los padres franciscanos a la isla, que llegaron a Castro desde el Colegio de Chillán en 1768.
Los pocos misioneros residían en Castro y a partir del siglo XVIII comenzaron a vivir también en los fuertes de Chacao y Calbuco, cabeza de los curatos creados en 1710. El número de sacedotes era escaso y atendían sólo a la población española, fuera de casos de urgencia en otros poblados. En 1768 el curato de Chacao atendía la costa norte de la isla de Chiloé, a San Antonio de Chacao, San Carlos, Estero de Chacao, Caulín, Manao, Llico, Linao, Huito, Caucagüe, Caipulli, Cogomó, Pudeto y Quetalmahue, en la isla; y Carelmapu y Maullín en el continente; y contaba con un padre para 3.025 españoles y 1.326 indígenas. Frente a las escacez de padres, fueron delegadas ciertas funciones en algún poblador llamado “fiscal”. En 1785 el curato de Chacao contaba con 14 fiscales para 13 pueblos. Sin embargo los franciscanos no tenían mucha confianza en que estos manejaran bien los asuntos de la religión, por lo que a veces ellos mismos asumían la enseñanza de los niños. Este hecho trajo conflictos con los indígenas, ya que alegaban que el catecismo debía ser efectuado por el fiscal, ya que en la época jesuíta el fiscal llegó a tener mayor reconocimiento y respeto.
En 1769 el padre de Chacao pasa a hacerse cargo de la zona San Carlos, aunque sigió siendo párroco de Chacao. Sobre esta situación Fray Pedro González de Agueros fue muy crítico: “Aquel curato tiene su iglesia parroquial en Chacao, la que hizo de nuevo, a costa de sus limosnas y exquisitas diligencias, el religioso misionero Fray Norberto Fernández, pues ¿por qué no obliga el gobernador a aquel cura que resida en ella, cuando esta situada en el centro del curato y le sería más fácil asistir a otros pueblos de su obligación, lo que residiendo en San Carlos, que se halla en un extremo, le imposibilita cuidar hasta Chaurague, que pasan de 16 leguas de distancia?” Desde que el padre reside definitivamente en San Carlos a partir de 1773, reconstruye la Capilla Real de San Antonio de Padua, la única existente hasta 1778 y que estaba en el llano inmediato al fuerte, y la llena de ornamentos y alhajas; y luego decide construir otra iglesia en el barrio sur del fuerte, junto a la casa del Gobernador y de los soldados, dotándola de cinco altares.
El 29 de mayo de 1769, el piloto Francisco Machado zarpa de San Antonio de Chacao para reconocer las islas de los archipiélagos de Las Guaitecas y Guayaneco, por orden del Gobernador Beranger.
En 1769 y 1776 llegan por primera vez a la isla las pestes de viruela y sarampión, en naviós provenientes de Lima, y que sólo afectaron a la población de San Carlos.
En 1770 la iglesia de Chacao sufre un incendio que la deja casi en ruinas y que lleva a reconstruirla años después.
En 1774 San Carlos era la de mayor población y contaba con 60 casas y 472 personas; y a 1791 tenía 200 casas y más de 1.100 habitantes.
Entre 1760 y 1780 los indígenas continuaban huyendo de la miseria y del mal trato español, y la población de Chiloé se redujo a la mitad, lo que llevó a levantar un padrón de la provincia (Chiloé, Carelmapu, Calbuco) en 1789, que arrojó “15.072 españoles y mestizos, y 11.617 indios puros”.
En 1780 fueron abolidas definitivamente las encomiendas chilotas, aún cuando se mantuvo la obligación de los indígenas de pagar un tributo directamente al rey.
A partir de 1784 la villa de San Carlos fue la sede de la Intendencia de Chiloé erigida aquel año.
En 1787 el Obispo de Concepción, ante los problemas de distancia y dificultades de comunicacion entre los curatos de Chiloé y la Sede Episcopal, lo llevó a pedir al Rey de España crear un propio obispado en la isla, y destinar el dinero necesario para su manteción. Fray Pedro González Agüeros vió con entusiasmo la idea y presentó el proyecto del nuevo episcopado. Chiloé ya había tenido un obispo auxiliar en Castro entre 1738 y 1741, cuando la iglesia fue elevada a catedral.
En 1826, tras varias campañas militares y con la derrota definitiva de las fuerzas españolas en Chile, que culminaron con la firma del Tratado de Tantauco, se produjo la anexión definitiva de las islas del archipiélago de Chiloé al territorio nacional.
El 4 de julio de 1834 una ley cambia el nombre a la villa de San Carlos de Chiloé por el de Ancud, otorgándole también el título de ciudad y capital de la Provincia de Chiloé.
El 28 de junio de 1834 llega a Ancud la expedición científica de Charles Darwin.
El 1 de julio de 1840, el Papa Gregorio XVI, constituye la Diócesis de San Carlos de Ancud, situando la sede episcopal en Ancud, cuyo primer Obispo titular fue el dominico Justo Donoso Vivanco, quien fuera más tarde Obispo de La Serena y Ministro de Justicia, Culto e Instrucción Pública.
Durante el siglo XIX, Ancud tuvo una activa vida comercial marítima, que comenzó a decaer luego de la apertura del Canal de Panamá.
En los primeros años del siglo XX, el Plan de Colonización del Gobierno trajo a Chiloé a una colonia de extranjeros, principalmente alemanes, que dieron impulso al comercio agrícola y ganadero.
Gran desarrollo experimentó la educación con la fundación del Seminario Conciliar de Ancud el 13 de abril de 1845, bajo el mando de Monseñor Justo Donoso; con la fundación del Liceo de Ancud el 11 de octubre de 1868 y con la llegada de las religiosas de la Congregación de la Inmaculada Concepción el 3 de noviembre de 1874.
En 1851 el Obispo Justo Donoso (1844-1853) celebra en Ancud el Primer Sínodo Diocesano de la provincia de Chiloé.
Entre 1886 y 1897 fue Obispo de Ancud, el dominico Fray Agustín Lucero y Lezcano, quien visitó casi toda la isla, puso las bases del Seminario de la Diócesis y celebró el Segundo Sínodo Diocesano (1894).
El 21 y 22 de mayo de 1960 la isla de Chiloé sufre los efectos de un terremoto y maremoto.
En 1970 se anexa a la Diócesis de Ancud la jurisdicción de la Provincia de Palena, que comprende Chiloé continental y las Islas Guaitecas, y que pertenecían al Vicariato Apostólico de Aysén.
Debido al Nuevo Plan de Regionalización del Gobierno Militar, en 1982, Ancud dejó de ser la capital de la Provincia de Chiloé.
(EXTRACTO DE: “Descripción Historial de la Provincia y Archipiélago de Chiloé, en el Reyno de Chile y Obispado de la Concepción”, Padre Pedro González de Agueros, 1791; “Chiloé, Su Estado Actual, Su Colonización , Su Porvenir”, Alfredo Weber, 1903; “Sínodos y Concilios Chilenos, 1584-1961”, Obispo Carlos Oviedo Cavada; ”Las Misiones Franciscanas de Chiloé a Fines del Siglo XVIII: 1771-1800”, Rodolfo Urbina Burgos, 1990; “Los Dominicos y el Nuevo Mundo, Siglos XIX-XX”, actas del V. Congreso Iternacional de Querétaro, México (sep. 1995), 1997; Obispado de Ancud en www.obispadodeancud.cl; Municipalidad de Ancud en www.muniancud.cl, www.icarito.cl y www.memoriachilena.cl)
NOTA: hay gran diferencia entre fechas e información en los documentos consultados, incluso los datos del Primer Sínodo Docesano aparecidos en el libro “Los Dominicos y el Nuevo Mundo, Siglos XIX-XX”, no corresponden con los entregados en “Sínodos y Concilios Chilenos”, del Obispo Carlos Oviedo Cavada.
Chacao Viejo es el lugar donde se emplazaba el antiguo Fuerte de San Antonio de Chacao, actualmente es ocupado por la capilla del poblado.
Subsistema San Antonio de Chacao
Este subsistema está conformado por el fuerte y las baterías del sector costero de Chacao, en la parte norte de la Isla Grande de Chiloé. Su área de influencia va desde Punta Remolinos hasta el poblado de Chacao Viejo. De norte a sur se descompone en la batería de Remolinos, la batería de Pampa de Lobos, la batería de La Poza y el fuerte San Antonio de Chacao. La distancia entre sus piezas extremas es de 3,6 kms de la costa meridional del Canal de Chacao.
En relación a las baterías de Remolinos, Pampa de Lobos y La Poza, tampoco existen testimonios de su presencia. Es así como de la primera de ellas solamente existe una antena de telecomunicaciones que emerge en medio de un extenso terreno baldío; sin embargo, algunos lugareños de Chacao Nuevo recuerdan que hace cuatro décadas quedaban restos de cañones en ese lugar. Mientras que en Pampa de Lobos sólo existe un despoblado terreno, escarpado y rocoso, de difícil acceso y que no da señales de su antigua presencia. Y en el sector de La Poza, en el lugar donde estuvo, hoy desembarcan los ferry-boats que provienen desde el muelle continental de Pargua y se dirigen hasta el atracadero de Chacao. Los continuos trabajos de modernización en este sector han borrado todo su rastro, solamente registrándose en las investigaciones de Guarda en los años 1990 y 2009, que ilustran acerca de su existencia.
En cuanto al fuerte de Chacao Viejo, sólo es recordado por una explanada de pasto, donde antiguamente estuvo el foso. Destacándose la parte norte donde se alza la iglesia del pueblo de Chacao Viejo. Mientras que unos leves solevantamientos en el césped aluden a los antiguos muros de la fortificación. Haciendo de este modo que los historiadores chilotes hayan incorporado este fuerte en sus registros y los lugareños, en la tradición oral.
("Fuertes españoles en Chiloé: las huellas de la historia en medio del paisaje insular", Antonio Sahady Villanueva, José Bravo Sánchez y Carolina Quilodrán Rubio, Revista INVI, N.73, nov. 2011, Facultad de Arquitectura y Urbanismo, Instituto de la Vivienda, Universidad de Chile)
Subsistema San Antonio de Chacao
Este subsistema está conformado por el fuerte y las baterías del sector costero de Chacao, en la parte norte de la Isla Grande de Chiloé. Su área de influencia va desde Punta Remolinos hasta el poblado de Chacao Viejo. De norte a sur se descompone en la batería de Remolinos, la batería de Pampa de Lobos, la batería de La Poza y el fuerte San Antonio de Chacao. La distancia entre sus piezas extremas es de 3,6 kms de la costa meridional del Canal de Chacao.
En relación a las baterías de Remolinos, Pampa de Lobos y La Poza, tampoco existen testimonios de su presencia. Es así como de la primera de ellas solamente existe una antena de telecomunicaciones que emerge en medio de un extenso terreno baldío; sin embargo, algunos lugareños de Chacao Nuevo recuerdan que hace cuatro décadas quedaban restos de cañones en ese lugar. Mientras que en Pampa de Lobos sólo existe un despoblado terreno, escarpado y rocoso, de difícil acceso y que no da señales de su antigua presencia. Y en el sector de La Poza, en el lugar donde estuvo, hoy desembarcan los ferry-boats que provienen desde el muelle continental de Pargua y se dirigen hasta el atracadero de Chacao. Los continuos trabajos de modernización en este sector han borrado todo su rastro, solamente registrándose en las investigaciones de Guarda en los años 1990 y 2009, que ilustran acerca de su existencia.
En cuanto al fuerte de Chacao Viejo, sólo es recordado por una explanada de pasto, donde antiguamente estuvo el foso. Destacándose la parte norte donde se alza la iglesia del pueblo de Chacao Viejo. Mientras que unos leves solevantamientos en el césped aluden a los antiguos muros de la fortificación. Haciendo de este modo que los historiadores chilotes hayan incorporado este fuerte en sus registros y los lugareños, en la tradición oral.
("Fuertes españoles en Chiloé: las huellas de la historia en medio del paisaje insular", Antonio Sahady Villanueva, José Bravo Sánchez y Carolina Quilodrán Rubio, Revista INVI, N.73, nov. 2011, Facultad de Arquitectura y Urbanismo, Instituto de la Vivienda, Universidad de Chile)