RELIGIOSIDAD POPULAR EN EL NORTE GRANDE DE CHILE
Desde sus diversas realidades en
búsqueda de una respuesta desde la Fe
MARCO A. ORDENES
FERNANDEZ, Obispo de Iquique
El Norte Grande de Chile es una
tierra de grandes contrastes: la austera belleza del desierto, el verde de las
quebradas que fluye como un río que abre paso en medio combate con el desierto,
el agua que se oculta en las norias para alimentar a los tamarugos, las alturas
frías de los Andes, la costa de las ciudades y sus conflictos. El Norte tiene
una compleja situación geográfica marcada por lo duro del terreno, por el sol y
la sequedad. En este Norte vive el hombre y la mujer, hijos de la tierra que
llevan en la sangre la historia escondida de las culturas milenarias. Es en
este ambiente donde se juega la vida, donde se nos invita a anunciar la fe
cristiana, a luchar por la paz y la justicia, a construir el mundo nuevo, signo
del Reino que anhelamos.
Al hablar del Norte, quiero hacerlo
desde mi experiencia de hombre y sacerdote nortino, enraizado en las vertientes
de una cultura que corre por la médula de nuestros huesos. Quiero hablar como
creyente que siente el desafío de vivir la fe en medio de esta verdad que nos
toca enfrentar.
Describir y comentar implica la
emisión de juicios y miradas que siempre brotan de una postura personal.
Intentaré ser objetivo, dentro de las posibilidades que da la propia
subjetividad.
En el libro del profeta Isaías se lee
el pasaje: “una voz grita en el desierto,
preparad un camino al Señor” Los comentarios exegéticos, nos dicen que la
traducción más exacta debiera ser: “Una
voz grita: en el desierto, preparad un camino al Señor” Me atrae mucho más
esta traducción porque está en ella el desafío que se nos plantea a cuantos
hemos puesto el corazón por mandato del Señor en el Norte Grande de nuestra
patria: en el desierto, preparar un camino para el Señor. No es fácil construir
en el desierto. Todo se hace más difícil, la búsqueda de recursos, contar con
el personal capacitado, la lejanía de los centros administrativos, etc. La vida y el trabajo son duros en el
desierto. Surge la tentación constante de huir del desierto, porque no nos
resulta la construcción del camino de Dios como lo pensamos cuando llegamos aquí.
Además pareciera ser que todo lo que construimos en el desierto es siempre tan
pequeño e insignificante. Sin embargo, es en el desierto, donde se aprende a
valorar cada esfuerzo, cada tenue rama verde de la primavera en el tamarugo. Se
aprende a descubrir los diversos tonos de colores que ofrecen los cerros, y a
disfrutar de la brisa de la tarde como un gran tesoro después del arduo sol.
¿Qué impronta le produce la geografía física a la geografía humana en el
desierto? ¿Cómo el desierto y las quebradas marcan la experiencia de la Fe?
Intentar
responder es entrar a mirar la vida misma de Norte, en su historia, en sus
desafíos, en sus raíces culturales y en su identidad religiosa. Este es el
intento en esta síntesis.
I LA HISTORIA DEL NORTE GRANDE
Para comprender el Norte Grande es
necesario dar una mirada a su historia, la que se ve marcada por la riqueza de
las diversas culturas que se han hecho presente a través de los siglos y las
fronteras que han marcado divisiones y nuevos procesos.
El Norte grande hunde sus raíces en
la experiencia de los primeros habitantes de los que tenemos información hace
cerca de 10,000 años aC. La cultura Chinchorro de Arica, es de las más antiguas
culturas conocidas en la zona, destacada por el complejo proceso de
momificación desarrollado para algunos de sus muertos. Existe un primer momento de desarrollo de culturas regionales:
Arica, caletas de Iquique, Pisagua, río Loa, etc. que se caracterizan por ser
recolectores. En el norte se van sucediendo una serie de culturas que van
marcando la zona con su dominio político, militar, cultural y religioso. La
influencia de la cultura de Tiahuanaco (hacia el siglo XI dC), luego la de los
reinos aymaras, finalmente el dominio quechua inca.
La gran influencia del desarrollo de
los pueblos de este sector del Norte de Chile, viene del oriente. En la
cosmovisión andina el oriente es la vida: zona desde donde sale el sol, de
donde vienen los principales productos comestibles, la artesanía, los ritos. A
través del sistema de trueques, los diversos pisos ecológicos interactúan. Hay
un tráfico natural humano que viene del oriente y se dirige a la costa; y sube
de la costa al oriente. Testigo de estas rutas son los cerros con geoglifos que
van orientando la ruta como señales camineras.
En el siglo XVI llegan los primeros
españoles. Antes del viaje de Almagro a
Chile, en 1536 y su regreso por el desierto, ya hay referencias de algunos
españoles que se arriesgaron en la zona no con muy buena ventura. A partir de
1540 esta zona comenzará a experimentar una creciente influencia y dominio
español. El desierto es fuente de minerales, especialmente de plata. También
comienza el dominio de las quebradas donde es posible desarrollar la
agricultura: incorporan árboles frutales al desarrollo de la agricultura y se organiza
una vida un poco más al modo de ciudad, especialmente en algunas quebradas como
Tarapacá. Las diversas reducciones de indios, como Pica, Mamiña, San Pedro de
Atacama, etc. van dando paso a la formación de un proceso evangelizador nuevo,
que va recogiendo la cultura amerindia.
Entre los siglos XVII y XVIII se
desarrollan algunos puntos de referencia para la zona: San Marcos de Arica, San
Lorenzo de Tarapacá. Iquique es sólo una mínima caleta de pescadores. La vida
se desarrolla en las quebradas.
En el siglo XIX comienza el auge del
salitre y con ello una importante transformación de todo el norte: ya no hay
sólo oriundos del lugar, sino que comienzan a llegar pequeños mineros,
especialmente de la zona del Norte chico de Chile (Serena, Ovalle, Copiapó) Se
inicia una nueva forma de vida en el desierto: la vida del pampino, del
trabajador de la oficina salitrera. En la década de 1870 comienzan las
dificultades políticas entre Chile y Bolivia por la explotación del salitre.
Existían importantes capitales chilenos involucrados. En abril de 1879 estalla
la Guerra contra Bolivia y Perú. El territorio del norte grande (actualmente I
y II regiones) que era parte de Bolivia y Perú, queda bajo el gobierno y
dominio de Chile. Terminada la guerra se
inicia un proceso progresivo de identificar las tierras ganadas con las
costumbres de la chilenidad. Se inicia un período muy fuerte y duro de
“chilenización” que buscó erradicar
todos los elementos de identidad peruana y boliviana en la zona. Este proceso
estuvo acompañado de expulsiones de personas, migraciones de peruanos a Tacna y
sus alrededores, etc.
En el período salitrero se inicia
hacia fines del siglo XIX el desarrollo del movimiento sindical obrero. Surgen
las primeras organizaciones de tipo social que buscaron defender los derechos
de los trabajadores pampinos. Se desarrollan las sociedades de socorros mutuos,
que tuvieron una amplia popularidad en la zona y que siguen marcando diversos
modos de agrupaciones sociales y religiosas actuales. Será en esta lucha de las
reivindicaciones sociales donde tendrá lugar la gran matanza de la escuela
Santa María de Iquique el 21 de diciembre de 1907.
Es con el desarrollo de la pampa
salitrera que comienza el inicio del decaimiento de la cultura andina: los
cultivos hasta ahora de viñedos, frutales, dan paso a los cultivos de forraje y
hortalizas para suministrarlos a la pampa. Los andinos comienzan
progresivamente dirigirse a los cantones salitreros. Se inicia una lenta pero
progresiva migración y despoblamiento de las quebradas y altiplano[1].
Las ciudades de Antofagasta e
Iquique, adquieren un dinamismo creciente por constituirse en los principales
puntos del embarque del salitre. Hay un desarrollo cultural, social y político
en estos centros urbanos.
Entrados en el siglo XX, Alemania
logra sintetizar salitrero en forma sintética, lo que traerá la ruina
definitiva del mercado salitrero. Así comienza el cierre progresivo de las
oficinas salitreras y las migraciones de los que habían llegado a otros lugares
del país: Santiago, norte chico, y las diversas ciudades del Norte Grande.
Grandes grupos humanos que habían llegado con el afán de lograr una vida mejor,
retornan en una situación de pobreza a continuar buscando destino.
En la década de los años 50 se
inicia un nuevo polo de desarrollo, la industria pesquera, específicamente con
la elaboración de la harina de pescado. Surgen en los principales puertos del
norte, las empresas pesqueras, lo que trajo un tiempo de bonanza para estas
ciudades. En la década del 70, el gobierno de Allende realiza la
nacionalización del cobre y con ello se produce un nuevo modo de la
distribución de los ingresos por tal recurso, y algunos cambios en la economía
de las ciudades de Calama y Antofagasta.
Para mantener la igualdad de
desarrollos, en la década del sesenta, Arica es nombrado puerto libre. Se
produce el auge de esa ciudad, que tiene
por vocación el comercio fronterizo. Se crea la junta de adelanto que ayudó a
un rápido desarrollo de la ciudad, favorecida con una importante migración de
la zona central.
Con el gobierno militar, esta zona
estará marcada por el dolor y la muerte de los campos de concentración de
Chacabuco y Pisagua. Llega el fuerte período de recesión. Cae la industria
pesquera. En Arica se termina el puerto libre y el desarrollo de las industrias.
La primera región cae en una profunda recesión con altos índices de cesantía.
El gobierno militar de Pinochet, establece para Iquique la ley de Zona Franca,
con liberación de impuestos, trayendo un período de nuevo desarrollo para la
ciudad y la región. Entre 1980 al 2000 aumenta considerablemente la población
de la región nortina. Comienza un desarrollo minero en la primera y segunda
región, trayendo nuevas expectativas de un supuesto desarrollo.
Actualmente nos encontramos con un
norte grande marcado por un esfuerzo de desarrollo minero, pero que no ha
tenido las proyecciones esperadas, pues logra influir sobre un escaso grupo de
personas, escapando los principales capitales a
la zona central del país. En cuanto a la zona franca de Iquique, esta por
las nuevas políticas arancelarias, la presencia de una zona franca en Tacna, y
las dificultades aduaneras con Bolivia, Paraguay, se ha visto disminuida en sus
proyecciones de crecimiento. Este retroceso de la zona franca ha afectado a la
ciudad de Iquique y Arica considerablemente. La empresa pesquera es casi mínima
en su aporte al desarrollo regional. Actualmente se buscan nuevos polos de
desarrollo como ser punto de llegada para el comercio bioceánico de los países
vecinos, el turismo. En las estadísticas de cesantía, la primera región ha
tenido resultados sobre los dos dígitos[2].
La segunda región está marcada por la gran minería de Chuquicamata, generando
un polo más estable de desarrollo, sin embargo, hay grupos humanos que no son
alzados y viven en condiciones de pobreza permanente.
El importante desarrollo de las
ciudades ha traído una gran migración de otros puntos del país y de los países
limítrofes, aumentando la demanda por las fuentes de trabajos que en el Norte
Grande son reducidas.
Esta mirada sinóptica nos puede
permitir a entrar en algunas miradas más específicas de lo que es el Norte
Grande. Lo que es un su contexto social, en su cultura y en dimensión
religiosa.
II LA
CUESTION SOCIAL DEL NORTE GRANDE
Las dificultades sociales cada vez son más parecidas en todas partes.
Hay una globalización de la cultura y también una tipificación de los problemas
sociales o formas parecidas de darse en distintos puntos geográficos. La
realidad social del Norte se construye hoy de lo que ha sido su historia.
Podemos destacar los siguientes aspectos como los más importantes.
1. Constitución humana
de la zona norte:
El prototipo del hombre y la mujer nortina está variando. El aumento de la
población hace que se constituya un grupo cada vez más grande de personas
provenientes de otras zonas. Las nuevas ciudades mezclan a personas con raíces
en la zona, junto a muchas otras que vienen de otros puntos del país. En este
proceso la fuerte presencia de la cultura nortina y con su impronta como
identidad, contribuye a que muchos vayan asimilando las formas del ser nortino,
terminando identificados con el modo propio del Norte. Otros viven añorando su
propia tierra y cultura, haciendo del norte un lugar para intentar crecer
económicamente. Esto lo vemos especialmente entre los grupos sociales medios y
altos.
En la geografía humana tenemos que
destacar al andino. Quiero a propósito usar este término, pues abarca más allá
que la pura tradición aymara. Algunos estudiosos han hecho ver que el mundo
andino y su cultura es una conjunción de los elementos aymaras, quechuas,
kunsas, españoles coloniales., incluso afroamericanos en el sector del valle de
Azapa. Es decir, el mundo andino es complejo y es un modo de identificación
física, social. Cultural y religiosa. El andino, el que proviene en sus raíces
de los andes y las quebradas; vive hoy en grandes grupos en la ciudad. De
hecho, la población nortina es esencialmente urbana.[3]Y
ha pasado en ella por procesos de “blanqueamiento”, de indiferencia aparente a
sus raíces, para encontrarse hoy en caminos de reencuentro con su identidad,
especialmente a través de organizaciones aymaras. Se percibe un problema: la
búsqueda de afirmar una identidad andina aymara, con rechazo a lo cristiano
católico, pero muy manipulada por los intereses económicos que surgen del uso
de la ley indígena.
Existe el hombre y la mujer que
tienen sus raíces en la pampa, cuyos hijos ahora viven en la ciudad, pero con
la memoria de ser hijos de la pampa. Este es el modelo más conocido de nortino,
una mezcla de identidad entre costumbres
andinas, el sustrato de mezclas de costumbres sociales de la pampa y las nuevas
influencias del mundo moderno de la ciudad. Es el más sujeto a la pérdida de la
identidad, a pesar que las primeras generaciones que viven en la ciudad, tienen
todavía muy fresca la memoria de su pasado generacional y se identifican con
él; pero no así las nuevas generaciones que tienen una identidad cultural mucho
más confusa.
Respecto a la distribución de clases
sociales, podemos decir que la falta histórica de una permanencia de una clase
social alta, llevó a no tener barrios
propios. Las ciudades del norte tienen una mezcla de sectores sociales pobres y
medios. Los sectores sociales altos se conforman por los profesionales de la
región, los grandes comerciantes y hay un sector emergente de la clase media
que busca una forma de vivir más de acuerdo al alto nivel de sus ingresos:
especialmente las personas ligadas a la minería.
2. Una economía
cíclica: En varios
informes socioeconómicos, varios sociólogos hablan de una realidad económica
que experimenta momentos de bonanza y depresión. Al mirar la historia de los
últimos 150 años es posible ver este ciclo: bonanza salitrera, depresión con la
caída del salitre, bonanza pesquera, depresión con la sobreexplotación del
recurso marino, bonanza comercial de la zona franca, proceso de decaimiento por
el tema de los aranceles. El norte tiene una economía cíclica que trae ciclos
de expansión y posteriormente de aumento de la censaría y la pobreza. Al faltar
una forma de sostenimiento permanente, aun no logra (especialmente la primera
región) encontrar una forma que le dé una economía estable. La pregunta es si
algún día podría tenerla o debemos aprender a enfrentar esta situación cíclica
de la economía.
El
trabajo de la I región se concentra en el comercio y el transporte y almacenaje
(ligado directamente al comercio); mientras que en la II región ocupa la
principal fuente de trabajo las faenas mineras.[4]
En la primera región es el comercio y las faenas ligadas la principal fuente de
ocupación.
3. Migraciones
internas: Hay un
fenómeno importante dado desde la época salitrera de la bajada del andino a la
ciudad que ha traído el despoblamiento de la zonas andinas; y la pérdida
sistemática de la cosmovisión andina y de la autosustentación. Ahora
constituyen un grupo con identidad confusa en medio de la ciudad. Actualmente
en el altiplano y las quebradas quedan los más viejos. Hay más presencia de
jóvenes y niños en la zona de la pampa, pero todos en definitiva para lograr
mejores expectativas de vida deben en algún momento emigrar a la ciudad.
4. La inestabilidad
familiar: La misma
historia del norte marcada por faenas de trabajo duro que exigían la continua
migración de los varones, la falta de una adecuada formación valórica,
contribuyó en gran medida a la creación de “uniones de hecho” La convivencia,
la infidelidad matrimonial, ha sido un fenómeno histórico en el Norte. Un
pampino junto con llegar a una oficina salitrera, establece también allí una familia,
tiene hijos; luego marcha a otro lugar, queda la mujer con los hijos; y el
vuelve a constituir otra unión en otro lugar. Este modelo se repite
constantemente en el norte. De allí que el número de uniones matrimoniales sea
menor a las uniones de convivencia. Esto ha traído una suerte de
retroalimentación negativa: pues muchos hijos se crían con este modelo, la
ausencia paterna, con otros hermanos en otras uniones, llegando ellos a repetir
el mismo modelo. Este es un problema pastoral para la Iglesia importante, que
exige una mirada de fe, pero que no lo hemos enfrentado realmente.
5. El alcoholismo y la
drogadicción: El
alcohol en la pampa y en el mundo andino fue siempre un problema. La falta de
formación, la mirada permisiva ante el exceso, ha contribuido al consumo
importante de alcohol por las personas, especialmente de estrato bajo. Este
problema endémico con todos los trastornos propios derivados de él:
separaciones, pérdida del trabajo, enfermedad, violencia intrafamiliar, etc.
Ante la droga actualmente llega a aparecer menor.
El fenómeno de la droga tiene dos
grandes aspectos: el tráfico y le consumo. El problema de tráfico es
importante. Las amplias fronteras con Bolivia y la cantidad de pasos no
controlados llevan a que el servicio policial no logre controlar todos los
lugares. Hay un importante paso de drogas por la región, mucha de la cuales van
destinadas al consumo en otras regiones. Esto conlleva formas de lavado de
dinero; y la contratación de “burreros” que son a la vez la carne de cañón,
pues quedan fuerza del brazo de la justicia los verdaderos artífices del
tráfico de drogas.
Por otra parte el consumo hace
estragos en la vida familiar del norte: el fácil acceso a la droga y su venta
casi indiscriminada, lleva al consumo de muchos jóvenes, adultos jóvenes. El
drama de la droga, la destrucción del hogar, el sufrimiento de la familia, hace
de este problema un gran mal. Es cada vez más común, ver más desinhibidos a los
que realizan las transacciones en la calle, en los pasajes de las poblaciones;
y junto a ellos a los consumidores. Es un problema que toca a todos los
estratos sociales.
6. Pobreza y
marginalidad: La
pobreza de recursos económicos y humanos en la zona norte es histórica. Y esto
contribuye a una pobreza material y cultural de muchos de sus habitantes. El
buen clima del norte ha contribuido a poder tener casas de precarias
condiciones sin mayores dificultades. Los bolsones de pobreza en la actualidad
se concentran en las poblaciones nuevas, con la llegada de muchas personas venidas
en busca de trabajos y nuevas perspectivas de futuro, pero que no han alcanzado
el auge y se vuelven marginales en este nuevo ambiente. Un lugar conocido por
sus dramas sociales y que es un prototipo de los diversos modos de pobreza es
Alto Hospicio. Allí no sólo hay pobreza económica, sino que hay también lugares
de miseria; y de mucha pobreza cultural. También en algunas zonas pampinas se
concentra pobreza que está en los límites de la miseria.
La pobreza está marcada, en nuestro
norte, por el flagelo de la droga, que hace que muchos queden recluidos en
situaciones límites. Hay sin embargo en medio de todas estas situaciones duras,
familias, personas con una fortaleza interior y deseos de superación que son
las que van animando a otros: esta es la experiencia de muchas de nuestras
comunidades cristianas en estos sectores. Muchas veces el círculo de la pobreza
no se rompe, simplemente porque no hay un mínimo de oportunidad integral para
entregarle.
Entre las experiencias de
marginalidad y exclusión tenemos el drama de los migrantes extranjeros:
especialmente los peruanos. Su número es importante y son frecuentemente causa
de abusos y discriminación. Se concentran en barrios pobres, en cités, etc.
Otros marginados sociales son los
drogadictos. Si bien ya me he referido al problema, son a la vez, marginados
del encuentro social, principalmente por la falta de formas como ayudarlos, por
la desesperanza en su rehabilitación. Este es un drama que va corroyendo el
mismo tejido social; y no logramos darnos cuenta de cuanto nos afecta.
Pereciera ser que todavía estamos en el proceso de la negación.
III EL DINAMISMO CULTURAL DEL NORTE
La cultura del Norte no es sólo una
cuestión de intelectualidad, podemos decir que en primer lugar es una
experiencia de vida, patente, fuerte, cíclica y de autogeneración que permite
vivir en esperanza en medio de la dureza del desierto. Por ello que al hacer
referencia a la cultura del norte, no sólo hablamos de un modo de comprender y
ser; sino que hablamos de identidad cultural. Verdaderamente la cultura es para
el Norte una auténtica identidad que le proporciona una cosmovisión, y lo
proyecta en la dinámica de su propia existencia[5].
¿Cuáles son los principales acentos
de esta identidad cultural nortina? Creo encontrarlos en los diversos modos de
vivir del nortino, del andino. Se ha ido realizando una amalga entre el tiempo,
el desierto, los Andes, la costa, que proporciona una impronta tan grande que
marca profundamente a quienes vivimos aquí, o que proceden de otras formas de
cultura.
La cultura del Norte tiene un
sustrato básico: la cultura andina. Esta es la piedra fundamental. Y este modo
de concepción del mundo tiene sus raíces en esa unión progresiva de elementos
que se fueron encontrando y fusionando, no sin conflictos: culturas regionales,
Tiahuanaco, reinos aymaras, incanato, cristianismo católico. Es esta base
múltiple compleja, armónica la que le da al nortino su más honda identidad. Y
esta identidad tiene una construcción que se expresa en un patrón cultural de
características propias. Este patrón tiene modos expresivos fundantes de diversos
modos más particulares:
El RITO: el
hombre del Norte Grande es ritual. Se somete al rito como un proceso de
constatación de la realidad y de vinculación existencial con ella. El rito
marca el tiempo; y la vida la va desarrollando en medio de los ritos que a su
vez recogen y marcan la vida. El Norte Grande está lleno de costumbres,
rituales, modos de actuar. De las fiestas del año se hacen ritos; y sigue
creándolos. Carros alegóricos en la navidad, subida al cerro en semana santa en
Iquique, fiestas comunitarias repetidas al modo de las fiestas grandes del
Norte. El rito es una experiencia social. Por ello que el nortino, a pesar que
pudiera aparecer como un ser retraído y aislado, es esencialmente social a la
hora de comprenderse. Ejercitarse en el rito es el modo que tiene para entrar
en la comprensión de sí y del mundo.
EL COLOR Y LA VESTIMENTA. Marca el modo de modelar los ritos y las fiestas. En medio de la
sequedad del desierto, y los colores sobrios de la tierra y la pureza del
cielo, el nortino levanta la bandera del color, rompe con el color la monotonía
del trabajo y del tiempo, del modo austero de vivir. El color ensancha su
horizonte y expresa sus esperanzas de vida. El color le permite expresar lo que
sobrepasa su propia capacidad de expresión: alegría, dolor, muerte, esperanza.
En el color y los particulares modos de vestir atuendos propios, se manifiesta
en los que siente, en lo que anhela y sufre.
EL TIEMPO DE LA FIESTA. Es un tiempo único, sagrado, que rompe con la monotonía de lo ordinario
y lo abre a la experiencia de lo abundante, de lo pleno. La fiesta es esencial
para vivir. Ella es el respiro de la vida, le devuelve el sentido a lo que
hace, y fortalece la espera. Es importante para el nortino, ir a la fiesta: si
no va, pierde algo, se excluye del grupo y de la identidad. La fiesta se vive
en el ambiente propio: tiene un carácter de peregrinación. Se va a los
santuarios, a los pueblos, a las quebradas, a la cordillera; porque no es igual
recordar y celebrar en la ciudad que volver al útero de la identidad. La fiesta
es la profunda expresión de la vida, se “renace” para el año.
El tiempo es caos sino tiene
ventanas de plenitud infinitas que da la fiesta: por ello que la fiesta es
sagrada, justa y necesaria. La fiesta tiene un eco en la ciudad, se repiten las
costumbres, se hacen las “octavas” como anhelos de continuidad con el arcano
modelador de la existencia. La gran mayoría de las fiestas del Norte son
fiestas de la fe cristiana católica, sin desconocer, que muchas fueron
catalizadores de experiencias festivas de origen precolombino.
Estos elementos poseen una múltiple
expresión, y van experimentando diversos modos de construcción de acuerdo al
lugar específico donde se realiza. Las actuales fronteras nacionales frente al
modo cultural existente son artificiales. Compartimos un sustrato andino común
entre los diversos pueblos, ahora fronterizos. Por ello que sigue siendo común
la influencia del oriente boliviano en el Norte chileno, porque es el modo
natural de cómo proviene la vida y sus expresiones.
IV LA DIMENSION RELIGIOSA DEL HOMBRE Y LA MUJER
DEL NORTE
Señalados todos los elementos anteriores,
quiero hacer una referencia a este punto para nosotros central: lo religioso en
el Norte Chileno. Lo religioso comprende un proceso de “religarse” con la
experiencia de lo sagrado, desde donde brota una comprensión de todo lo que
cuanto el hombre es y hace. El hombre y la mujer del norte tienen una clara
conciencia natural de lo sagrado. Lo religioso forma parte del imaginario
colectivo del nortino de una forma variable. A medida que la cultura andina es
más presente en la persona, está conciencia es aún mucho mayor[6].
Hay
un componente de religiosidad en el nortino que produce ambientes populares religiosos de
características naturales. Esto ha sido denominado como una “religión
natural” y que no necesariamente es
expresión de conversión cristiana, aunque pudiera estar formulada en este
lenguaje. Por ello que lo religioso del norte es complejo; y requiere de una
mirada un poco más profunda.
Lo religioso es un proceso de
vinculación con lo sagrado que queda representado en la madre tierra (pachamama)
y el Padre con características de ausente presencia. Es evidente que el rol de
lo femenino marca la comprensión religiosa del nortino. Incluso algunos
plantean que es clave para modelar el ser masculino del nortino[7]
El sustrato religioso básico está marcado por un modelo de características
andinas: donde los elementos del rito, la fiesta, la sacralidad del tiempo y el
espacio, la expresión danzante y musical, la peregrinación al lugar santo, la
manda como voto de unión de la vida y la fe, modelan en modo peculiar de
“religarse” a lo sagrado. Por ello que estos elementos que constituyen las
formas mediáticas del colectivo imaginario religioso son tan sustanciales a la
hora de expresar la fe. No es posible para el nortino vivir la fe sin estas
formas de expresión religiosa: comprende que sólo de esa forma puede haber una
auténtica expresión religiosa y de si mismo. Por ello que podríamos intentar
afirmar que lo religioso es un modelador de la identidad cultural del Norte
Grande[8]
Por ello que cuando emigra, debe llevar consigo su modelo religioso e intenta
repetirlo en los nuevos lugares donde se encuentra. Este es el fenómeno del
desarrollo de los bailes religiosos en la zona central e incluso sur del país.
Esta base simbólico religiosa
constituye el sustrato de la identidad religiosa católica. La Fe católica ha
tenido por su capacidad litúrgica ritual la capacidad de acoger el ser
religioso del nortino, expresando en ella sus más hondas categorías interiores.
Ha habido períodos en la historia de la evangelización en el Norte, y en
general en el ambiente de raíz andina,
donde se produjo profundamente este mestizaje de la Fe. Fueron los primeros
siglos de la evangelización: XVI y XVII. En ellos existió la extirpación de
idolatrías (siglo XVII) que rápidamente dio paso a una etapa de convivencia
entre las expresiones cultuales ancestrales y el contenido de la nueva Fe
cristiana. Fue el tiempo del verdadero mestizaje de la fe, comenzaron a nacer
muchos de los modos rituales que aún hoy se practican en el Norte. Será a
partir del siglo XVIII con el pensamiento ilustrado que empieza influenciar al
clero; y luego en el siglo XIX la aparición del ultramontanismo, lo que llevará
a un divorcio entre las expresiones cultuales populares y las expresiones
litúrgicas oficiales de la Iglesia, menospreciándose todo lo que resultara
popular o que no lograra como popular entrar en las categorías religiosas
cultuales del clero.[9]
La histórica escasez de clero en la zona, más la presencia de un clero que por
las distancias experimentó un menor influjo intelectual de la época, contribuyó
a mantener más unido ambos modos expresiones. Así, aunque a comienzos del siglo
XX, la jerarquía de la Iglesia combate a los bailes, a la vez alaba el amor a
la Virgen María en la Tirana[10]
La dimensión religiosa nortina es
hermosa, porque expresa en la belleza de las expresiones externas, los íntimos
anhelos interiores del ser humano. Instituye la necesidad que tiene de
plenitud; y la busca como sabe hacerlo, a través de un sagrado ejercicio ritual,
que no necesariamente está unido al culto y vida moral cristiana. Pero podemos
ver en este sustrato una tierra bella donde se abren paso a cada momento las
semillas del Verbo, expresándose de maneras hermosas y variadas. Buscando
mostrar cuáles son elementos religiosos característicos del Norte, pudiéramos
formular lo siguiente:
Los elementos propios de la
expresión cultural: rito, fiesta, color y vestimenta, danza y música, tiempo
extraordinario, tienen en lo religioso su más hermosa expresión. En e Norte es
posible casi palpar esa afirmación que en el centro de la cultura se encuentra
lo religioso.
El RITO es la formulación litúrgica popular de las “costumbres”[11]
que deben realizarse siempre del mismo modo, pues es en la misma forma de
proceder donde se encuentra el punto de unión con lo divino. El ritual es parte
de todas las manifestaciones de la religiosidad popular del Norte. Queda
expresado en los más diversos rituales que se van desarrollando en el ciclo
anua: las danzas pastoriles con sus respectivas costumbres en el tiempo de
Navidad y Epifanía (Pascua de los Negros), las costumbres del carnaval
(febrero), las costumbres de Semana santa, las costumbres de la cruz de Mayo, los
rituales en torno a la gran fiesta de la Virgen en julio en la Tirana, las
costumbres en torno a los muertos (noviembre), además de las costumbres propias
de las fiestas patronales, los ritos funerarios, de salud, etc. que se van
sucediendo durante todo el año.
La FIESTA es el tiempo extraordinario que rompe con la monotonía del
trabajo. La fiesta es religiosa cuando la convocación tiene un carácter
sagrado. Como veíamos en año se van dando diversos momentos festivos
religiosos, que van marcando el corazón del Norte. Algunas de estas fiestas son
locales: fiestas patronales, costumbres funerarias, etc. Otras son masivas del
sector: Las Peñas, Ayquina, Tarapacá; y otras son regionales de gran amplitud:
la Tirana. Constituyen un tiempo sagrado de gozo y de renovación interior. Esta
renovación es de la identidad no sólo religiosa, sino de todo el componente de
la persona. Permite la fiesta una particular renovación de la existencia a la
luz de la experiencia de lo sagrado; de allí uno comprende la importancia y la
urgencia por participar y el sentimiento de nostalgia de la ausencia. La fiesta
está también marcada por la sobreabundancia. Esto es signo de la plenitud con
características mesiánicas. En ella también se viven los roles cultuales, pero
en un marco de igualdad fundamental. En la fiesta se vive el principio de la
reciprocidad, donde se comparte la experiencia del gozo y los bienes
personales.
La SACRALIDAD DEL TIEMPO, la fiesta se da en un tiempo sagrado, es
decir en un tiempo marcado por lo divino, por el encuentro fundamental del
hombre con su Dios. Es un tiempo donde el encuentro con lo divino se abre al
encuentro con los otros. En la fiesta participan todos. El tiempo sagrado
permite el encuentro de todos: participan también en la fiesta los muertos. Es
un particular momento que no se repetirá hasta que en el ciclo anual, vuelva el
mismo tiempo. Por ello que el tiempo secular va siendo marcado por el tiempo
sagrado ritual. Son muchos los momentos en el año que por los diversos lugares
del norte va brotando el tiempo sagrado en el marco de la celebración festiva
de unos pocos o de muchos.
La SACRALIDAD DEL ESPACIO Y LA PEREGRINACION. Hay en el Norte muchos
lugares sagrados. Desde tiempos precolombinos hay cerros protectores,
santuarios andinos. Con la evangelización surgieron los santuarios cristianos,
especialmente destinados a María: El Carmen de la Tirana, El Rosario de la
Peñas, Guadalupe de Ayquina. El santuario desde la cosmovisión andina se
constituye en el centro del mundo. Es el punto hacia el cual convergen todos
los caminos. Por ello que se hace necesario en el tiempo sagrado peregrinar
hacia allí. Es el punto de la renovación y de la revitalización de la vida. Es
el punto donde se vive la fiesta en plenitud. Se va al santuario que es el
lugar sagrado a celebrar. El santuario es el lugar donde se realiza por antonomasia
el encuentro de lo profano con lo sagrado y se interrelacionan.
El santuario, centro del mundo, es
centro también de la vida personal. Se establece con el lugar un vínculo no
sólo social, sino que también personal. Es el punto de la redención. Es interesante
observar que en el esquema andino del santuario, el lugar sagrado sólo se
utiliza para la fiesta, el resto del año permanece despoblado. Así ocurre con
los principales santuarios marianos del Norte, porque a él se va en los
momentos de la fiesta. Es el lugar del paso; y no de la permanencia. Se anhela
ir, pero se puede permanecer sólo un tiempo.
El santuario del Carmen de la Tirana
es el que se constituye en el más importante de todos los santuarios del Norte.
La devoción mariana que allí ocurre, marca los modos de expresión de todos los
otros santuarios. Es el punto paradigmático de la experiencia religiosa. En él
se refleja la amalgama que se produce al confluir lo profano y lo divino. En
una experiencia de muchos días el tiempo allí se sacraliza, el color, la danza,
la vestimenta, la sobreabundancia, el compartir familiar, la música, etc.
produce la fiesta donde Dios en el ícono de María sale a danzar y festejar con
su pueblo. Es este festejo el que marca el tiempo profano de tal manera, que todo
ocurre en el norte “antes y después de la Tirana” Es la fiesta de la Carmelita
el punto referencial para lo profano y secular.
La EXPRESION DANZANTE Y MUSICAL. Se constituyen estos modos en una
profunda expresión del corazón. La danza que brota del alma logra expresar lo
que el lenguaje abstracto y geométrico no pueden expresar. El ritmo nace de lo
hondo; y busca la plenitud de su expresión en la danza colectiva. Los bailes
religiosos no son una expresión aislada, tienen sentido cuando son un conjunto humano
el que danza. No se concibe el baile particular o de una única pareja. El
traje, el color, la danza, la música, son los medios por los cuales se canaliza
la devoción que no encuentra en los canales tradicionales una adecuada
expresión. Se requiere danzar, porque al hacerlo, al cantar y vestirse
sagradamente, se logra expresar lo más hondo de la persona, su vida, y su
anhelo de encontrar consuelo, perdón y esperanza en la presencia de Dios y la
Virgen, antes quienes se baila.
La danza religiosa ha experimentado
un cambio a lo largo de los siglos, pasando de un modo familiar a un modo de
organización social (asimilando las estructuras sindicales y de socorros mutuos
del período salitrero) pero manteniendo un sustrato fundamental: religiosidad y
creatividad. Estos dos aspectos son el corazón del modo expresivo del Baile
religioso en el Norte chileno.
La MANDA forma parte del pensamiento religioso popular de América.
Formulado como un modo antiquísimo de “trueque” es un modo de transacción
divina. En el Norte, la manda se asocia a la “promesa” Se hacen promesas de bailar, de vestir el
escapulario o la camiseta de tal santo o Virgen. Promesas de caminar de
peregrinar al santuario, de llevar al hijo, al enfermo, de encender velas, etc. La manda del dinero es escasa, pues debe
velar la persona por su sustento en el santuario los días de fiesta; como
también por los trajes, las bandas, etc. que demanda la incorporación en una
fraternidad de danzantes.
La DEVOCION MARIANA es uno de los elementos religiosos más importantes
de todo el Norte. La Virgen María, Madre del Señor, es madre también del
pueblo. La tradición mariana de América, se vive con una fuerza muy grande en
el Norte Grande. La Virgen María, tiene el ancestro cultural religioso de la
madre tierra personifica la bondad, auxilia, perdona, acoge. Es la madre del
Hijo de Dios y es la madre del peregrino, del que acude con confianza a ella.
Siempre es acogida. Entiende a los hijos como una muy buena madre. Por ello que
sus títulos van unidos a advocaciones cariñosas, propias de un hijo al
referirse a la Madre: “la chinita” “la Carmelita” “la Madrecita” La madre
consuela y acoge. En la devoción mariana del Norte, existe una creciente
vinculación de María a la presencia y figura de su Hijo. En este sentido la
devoción mariana ha hecho un camino de cristificación.
El santuario del Carmen de la Tirana
es el ícono de la devoción mariana del Norte[12].
Es posible descubrir en él las más variadas expresiones de vinculación que se
busca tener con la madre. Los llegan con lo suyo. Necesitan presentarse con
todos los elementos de su vida secular, para entrar en una especie de
“confesión” con la madre que los perdona y entiende. Desde esta experiencia
íntima se vuelve a recrear la vida. Y esto ocurre en el marco de una
peregrinación y de la fiesta que vuelve a recrear la identidad del nortino. EN
la Tirana es todo el Norte que se recrea en su identidad religiosa y también
secular. En los días de julio es el pueblo nortino que se hace profundamente
peregrino. Todos los caminos del Norte Grande, de las ciudades limítrofes y
ahora de otros puntos del país confluyen en la Tirana. La celebración ritual de
la fiesta es el prototipo de las otras fiestas que se puedan celebrar en el
año.
Los VINCULOS CON EL CULTO LITURGICO OFICIAL. El ritual del mundo andino
y nortino no siempre se ha conjugado en armonía con el ritual oficial católico.
Como hemos dicho la jerarquía de la Iglesia, por la formación ilustrada y
montanista de siglo XIX y comienzos del XX, no siempre miró con buenos ojos todas
las expresiones religiosas populares. Sin embargo con el nuevo aire conciliar
fue posible iniciar un nuevo diálogo y encuentro. Este encuentro está marcado
por la valoración de la religiosidad popular y la búsqueda de los nuevos
métodos de evangelización. Ahora podríamos decir que a la pastoral ordinaria de
la Iglesia le falta aún descubrir la profundidad de estas formas de
religiosidad y sentirlas como verdaderos apoyos para la nueva evangelización.
Una parte importante de quienes
participan en las diversas expresiones de religiosidad popular, no están
vinculados a la práctica religiosa ordinaria[13].
Sin embargo hay un número muy importante que se declara católico, devoto de la
Virgen y los santos. Una gran parte de ellos encuentra su vinculación religiosa
a través de los santuarios, las fiestas patronales y los bailes religiosos,
donde se haya un potencial muy alto de
participación con identidad religiosa católica.
Hay muchos aspectos de religiosidad
popular que se entremezclan con la vida corriente, y que tienen fundamento en
el colectivo imaginario religioso del nortino: la altura (cerros), la pachamama
(en bendiciones de la tierra, colocación de elementos de la tierra detrás de
las puertas, etc.
V BUSCANDO CAMINOS PARA EL NORTE DESDE UNA
RESPUESTA DE LA FE
Las palabras del profeta Isaías: “En el desierto, construyan un camino al
Señor” se nos plantean como un desafío pastoral ¿cómo, por dónde? ¿Cuál es
la forma? La verdad es que no sabemos siempre lo que debemos hacer. Se requiere
la dinámica del discernimiento guiada por el Espíritu para comprender el querer
del Señor para con su pueblo. Antes que nosotros lleguemos con nuestras
propuestas pastorales el Señor ya está visitando a su pueblo. Se nos plantea el
desafío de explicitar su visita y plenificarla a la luz de la fe y de la
experiencia comunitaria de ella.
Mirando la realidad del norte
grande; y a partir de ella, a modo de
conclusión quiero plantear algunos caminos de búsqueda del querer de Dios.
El camino de la
valoración de lo propio: El Norte tiene una riqueza propia,
donde hay una especial unión de lo profano a lo divino. Podríamos decir, que en
esta unión se dan los principios de la Encarnación del Verbo, que toma lo
humano para llevarlo a la plenificación. Hay en esta unión, que muchos pudieran
llamar simplemente sincretismo, una riqueza enorme para la evangelización. Es
necesario valorar más profundamente lo que esta cultura religiosa popular
significa para el pueblo de Dios; y como Dios la acoge y se vincula verdaderamente
a su pueblo.
El camino de las
marginaciones:
Necesitamos reconocer mejor y más al Maestro en las diversas situaciones
sociales, especialmente las de mayor marginación y dolor. La drogadicción, las
situaciones de inestabilidad familiar, los migrantes, los que viven en la
marginalidad de la pobreza económica. Y esto no debe ser una tarea sólo del
pastor, sino de toda la comunidad eclesial. Se corre un riesgo permanente en
las bellas expresiones de la religiosidad popular, como en las liturgias
espiritualizadas, la desvinculación con la vida. Hay un principio grabado en el
arquetipo nortino que es la reciprocidad. Desde esta experiencia, fortalecida
por la fe, debiéramos pasar al ejercicio de la solidaridad fraterna que brota
del Evangelio.
El camino del anuncio: El Norte ha tenido una realidad
marcada por la escasez. La falta de sacerdotes, de comunidades religiosas, etc.
ha contribuido a tener siempre niveles pobres de formación y crecimiento
cristiano de nuestro pueblo. La fe del pueblo nortino se ha mantenido por un
impulso del mismo Espíritu a través de la profunda devoción mariana. El Norte
ha sufrido la condición de marginalidad también de la Iglesia (no es fácil que
se establezcan comunidades religiosas por las distancias y las lejanías a la
capital) Esta marginalidad es semejante a del extremo sur del país. Se requiere
crecer en la conciencia del compromiso laical, que exige un laicado maduro,
capaz de asumir los compromisos del anuncio evangélico en medio de las diversas
situaciones del mundo de hoy.
El anuncio del evangelio debe
abrirnos a hacer presente a Jesús y su Buena Noticia en los ambientes sociales
de hoy; y en la formación de las nuevas comunidades cristianas, tanto en el
mismo norte; como en donde el Señor envíe. La misión ad gentes debe estar
presente en medio de nuestra pobreza.
El camino de la
comunión eclesial:
El Norte tiene facilidad para el funcionamiento con estructuras de orden
social. Nuestras comunidades cristianas repiten rápidamente los esquemas de
organización de los centros sociales laicales; y con ello pueden mantener un
buen funcionamiento de la parroquia, capilla, etc.; sin embargo eso es
insuficiente. Se requiere crecer en una concepción integral de la Fe que nos
abre a la corresponsabilidad eclesial: a la misión del anuncio del Evangelio
por todas partes; y no sólo en mi porción particular. Se requiere la conciencia
de la comunión eclesial. Esto requiere del ejercicio de las pequeñas
comunidades, que formadas en el seno del Evangelio, se van abriendo a las
realidades de toda la Iglesia. En el Norte este trabajo está aún muy naciente.
La formación de las nuevas
comunidades, es una tarea también de las ya crecidas. Son los nuevos barrios
poblacionales, los lugares de mayor marginación social, las quebradas perdidas
del interior, los pueblos de la pampa, los que esperan la respuesta de la Fe.
El camino de la
identidad cristiana:
En medio de los procesos de globalización y transculturación, las experiencias
de los pueblos, pueden perder su identidad si no tienen un firme sustrato que
las fundamente y nutra. El Norte, a pesar de su identidad, puede perder la
identidad religiosa de sus costumbres. El desafío que se nos plantea es doble:
por una parte fortalecer y recuperar la identidad cristiana del pueblo nortino,
fuertemente mariano; y por otra, que esta identidad se sea enriquecida y
sostenida por las propias expresiones culturales que a lo largo del tiempo la
han sostenido.
La identidad permite fundamentarnos
y reconocernos en lo que somos. En el Norte tenemos una gran cantera de
nutrientes que pueden llevarnos a volver a fortalecer la identidad cristiana de
nuestras raíces. En códigos amerindios se fue comprendiendo y expresando la fe.
Son estos códigos los que se deben revalorar, vitalizar y reformular a la luz
de la particularidad y universalidad de la Iglesia.
Piedad Popular, el Mundo Andino
www.iglesiadeiquique.cl
La Iglesia, que por más de 400 años ha estado presente en la
Precordillera y en el Altiplano, se ha caracterizado por tres grandes momentos
pastorales que al mismo tiempo han sido coincidentes con los más importantes
períodos de la historia de la Región de Tarapacá. El primero se inició con la
conquista y perduró hasta mediados del siglo XVII. Se le denominó Extirpación
de Idolatría, caracterizado según los expertos en el tema, por el afán y
entusiasmo de dar a conocer la Buena Nueva de Jesucristo, sustituyendo a los
cultos paganos que tenían cautivos a los pueblos originarios.
El segundo, que abarcó un tiempo más allá de la independencia y se
le denominó Parroquia Tolerante. Su centro estaba en la acción evangelizadora
de la precordillera, con su periferia andina como anexo. Con la Guerra
del Pacífico se marcó el comienzo del tercer período, llamado “chilenización”.
Al término de este hecho histórico que trajo como primera
consecuencia la anexión del norte al territorio chileno, decae la estructura de
la parroquia rural, se retira el clero peruano y la aristocracia, para
inmediatamente establecer la presencia del clero chileno en la región. A
partir de entonces el mundo andino comienza a ser considerado como Tierra
de Misión.
Por este mismo tiempo, se produce el auge de las salitreras, lo
cual tiene un efecto nocivo en dichos pueblos. Los hombres salen de su
pueblo para prestar la mano de obra necesaria, lo que trae consigo un cambio en
el estilo de vida, un rompimiento en la estructura familiar y la interrupción
de las fiestas patronales, todo lo cual significó un nuevo golpe a la identidad
ya amenazada del hombre andino.
La atención religiosa del pueblo Aymara se ha caracterizado, a
partir de los años 20, por un abandono progresivo, motivado por la
concentración de los agentes pastorales en las salitreras y en la costa. La
presencia de la Iglesia comenzó a ser muy escasa y las visitas se limitaron, de
manera esporádica, a los pueblos principales.
Cabe destacar que gracias a los fabriqueros y mayordomos, es decir
los encargados de los templos, se mantuvieron las celebraciones religiosas. El
pueblo Aymara siempre fue religioso y continuó practicando sus celebraciones
autóctonas en la clandestinidad.
Fue después del Concilio Vaticano II que la Iglesia inicia un
nuevo trato para con los pueblos originarios.
Equipo de Pastoral Andina
Conscientes de la importancia de la evangelización en los pueblos
de la precordillera y la cordillera en nuestra provincia, la Iglesia diocesana
creó en marzo de 1982 el Equipo de Pastoral Andina (E.P.A) para atender
coordinadamente, programar y realizar la labor pastoral a cargo.
De esta forma, se da inicio a una atención sistemática y de reapertura con los Aymaras cristianos, objetivo que se ha logrando mediante encuentros de formación de los mismos integrantes del EPA, con jornadas de reflexión sobre el nuevo trato de la iglesia con el mundo Aymara.
De esta forma, se da inicio a una atención sistemática y de reapertura con los Aymaras cristianos, objetivo que se ha logrando mediante encuentros de formación de los mismos integrantes del EPA, con jornadas de reflexión sobre el nuevo trato de la iglesia con el mundo Aymara.
Hoy se tienen objetivos más claros para llevar la Buena Nueva de
Jesucristo al mundo Andino: apoyar la identidad cultural y religiosa, sus
expresiones culturales y valores propios. Por otra parte se desea dignificar el
culto tradicional de este pueblo con la celebración de la fiesta patronal,
signo de su identidad católica y expresión de su pertenencia a la comunidad.
Este Equipo de Pastoral Andina, coordinado por Genoveva Carrillo
Flores y la colaboración de un equipo de 12 laicos andinos, es el instrumento
de la Diócesis de Iquique a través del cual se mueven las comunidades andinas
asentadas en la ciudad, y que también regulariza los Sacramentos que se llevan
a cabo durante las Fiestas Patronales.
También se capacita y prepara a los agentes pastorales autóctonos,
cuya función es acompañar a su gente en las celebraciones que se llevan a cabo
en los pueblos del Interior de la Provincia de Iquique. Desde el E.P.A.,
cuyas oficinas se encuentran en Diego Portales 2046, se coordinan la atención
pastoral para las Fiestas patronales.
Bailes Religiosos
Los bailes religiosos son la manifestación más organizada, expresiva y multitudinaria de la piedad popular en nuestro norte. Para el que mira desde afuera no alcanza a entender toda su inmensa abundancia de expresión, organización y vida cristiana que surge desde esta riqueza de la Iglesia.
El mundo de los Bailes Religiosos en la Diócesis de Iquique puede ser agrupado en cuatro grandes sectores:
La Iglesia y los Bailes Religiosos
El gran trabajo de años realizado por sacerdotes, religiosas y laicos comprometidos, fue marcando una nueva forma de diálogo y servicio pastoral a los Bailes Religiosos. La atención pastoral se ha dirigido en estos últimos cuarenta años a los siguientes aspectos:
1. Acompañar los procesos de organización de los bailes.
2. Iniciar procesos de evangelización y de acercamiento a los
Sacramentos.
3. Acompañamiento en las instancias de organización y participación
en la fiesta.
4. Inicio de integración de laicos y formación para la vida
sacramental.
Buscando prioridad en el acompañamiento a los Bailes Religiosos se
muestran algunos caminos de trabajo pastoral:- El primero es la
"Evangelización y Formación Cristiana". Este es el más
importante. Desde aquí es posible ir buscando que los Bailes Religiosos
sean expresiones de auténticas comunidades de vida cristiana, no solamente
una cultura regional.
- Ayudar en la
integración de fe y vida, llenando de contenido la expresión cultural que
los caracteriza. Se desprende de esta acción un proceso de purificación de
las tradiciones, pero también un proceso de auténtica identidad.
- Acompañar el
proceso de organización y reorganización. Tarea compleja, pues requiere
una organización con cierta rigidez que los perpetúe y a la vez con
libertad en la expresión que los haga identificarse con el proceso de
desarrollo del Baile Religioso. Sin estos espacios de autonomía, se
produce un quiebre en la identificación y compromiso con la institución.
Pastoral de los Bailes Religiosos
La labor de la Pastoral de los Bailes Religiosos se ha centrado en las Asociaciones de Bailes presentes en la ciudad de Iquique: Sur del Carmen, José María Caro, Victoria y Alianza y Cuerpo de Baile, de la Federación Tirana de Bailes Religiosos; y a contar de 2003 se integra la Agrupación de Bailes Religiosos de Tarapacá.
Por otra parte, es posible manifestar que la labor en medio de los Bailes Religiosos es extensa y está marcada por una serie de dificultades de orden sociocultural. Sin embargo, el amor a la Virgen y la innata búsqueda de Dios hacen de los bailes un rico lugar para el anuncio del Evangelio.
Fiestas Patronales
La fiesta patronal de los pueblos, es la celebración del Santo Patrono del lugar. Es el momento en que se constituyen como tal, demográfica, cultural y religiosamente. De acuerdo a los relatos recabados, a la llegada de los españoles los abuelos reconocieron a un Dios denominado "Inti", al cual rendir culto mediante sus rituales, y con el paso del tiempo acogieron a los santos patrones que les pusieron y crearon una nueva manera de expresar su fe. Es decir, se establece un ritual mixturado, que hasta hoy se mantiene.
El ritual característico de la fiesta reactiva la tradición, estimula y expresa la conciencia de su identidad como andino. La concurrencia a la fiesta de sus miembros dispersos y alejados es como un peregrinaje al encuentro con sus raíces. Los sacrificios de gastos que se ocasionan indican los sentimientos profundos que motivan la celebración del festejo.
El rol que la Iglesia Católica tiene frente a las fiestas patronales, es fundamentalmente de acogida de las tradiciones y evangelización. Acoge las expresiones y las enriquece con el conocimiento de la Fe. Así hay una verdadera valoración de lo propio, donde la fe cristiana se expresa en la simbología y en la vivencia de la fiesta y, invitando en las mismas raíces a acoger el Evangelio y vivir la vida de los Sacramentos. Nuestra Iglesia con su presencia, legitima y dignifica el ritual andino, convirtiendo en sacramentales los ritos y gestos: saludos, boda comunitaria, sacrificios, penitenciales, challas, misa ritual y la música tradicional, que ocurren en el transcurso de la fiesta y en otros momentos del año.
Actualmente, 56 pueblos del interior de nuestra provincia continúan congregándose en torno a sus santos patronos, perpetuando así su identidad cultural, a través de una religiosidad nacida en el tiempo de la conquista, que unió los ritos y creencias tradicionales a la Evangelización y a las costumbres españolas.
Fiesta de Nuestra Señora del Carmen de La Tirana
Sin lugar a dudas, la fiesta de carácter patronal de mayor importancia y concurrencia es la que se realiza en honor a la Virgen del Carmen en el pueblo de La Tirana. Cada año son miles las personas que entre los días 10 y 19 de julio, se dan cita en medio del desierto para venerar a la Santísima Virgen María, nuestra Santa Patrona. Esta localidad se ubica a 77 kilómetros de la ciudad de Iquique, tiene una población permanente de unas mil 500 personas y se encuentra en la depresión intermedia a 1.010 metros sobre el nivel del mar en el sector llamado la Pampa del Tamarugal.
Los primeros bailes fueron de tipo familiar y sin estructuras de organización. La aparición de la danza como expresión de fe es muy temprana. Sus raíces se inscriben en las danzas culturales de los indígenas de toda América. Estos llamados "bailes de indios" fueron un tiempo aceptados y luego combatidos y despreciados durante mucho tiempo. La celebración de la Virgen estuvo los primeros dos siglos restringida a los lugareños y gente de los alrededores, pero el lugar fue creciendo en importancia para el culto. En el siglo XVIII se construye un templo de características andinas, cuyas ruinas permanecen hasta hoy.
Los Bailes hacia fines del siglo XIX se organizan en estructuras similares a las del sindicato y las sociedades de socorros mutuos. En aquella época la moral de la fiesta al parecer dejaba mucho que desear, lo que trajo serios conflictos con las autoridades eclesiales. Será a partir de la década de 1940 que comienzan a surgir los primeros grandes Caporales: Manuel Mercado y Aniceto Plaza, y se creará la federación en Bailes Religiosos en 1965. Con el ocaso del salitre comenzó la migración de los pampinos a diversos puntos del norte y del país, llevándose la tradición profundamente arraigada. En sus nuevos lugares fundan bailes religiosos y comienzan a peregrinar al santuario, iniciándose un nuevo período histórico; ahora se peregrina desde las diversas ciudades del norte y de los países limítrofes aumentando el número de los bailes y de los peregrinos, proceso que continúa hasta nuestros días.
La fiesta posee un ritual de carácter andino: el obispo abre la puerta del templo para dar inicio a la danza de los Bailes Religiosos. La fiesta tiene su momento cúlmine la noche del día 15 de julio cuando una multitud se reúne para esperar en ambiente de oración y gozo la llegada del día de la Virgen. La procesión de la Virgen dura más de 5 horas, en las cuales los bailes se acompañan con su canto. La fiesta posee una riqueza muy grande de signos y expresiones que la hacen hondamente humana y divina. Los días de gozo concluyen con las despedidas que cantan el anhelo de volver "para el año si Dios nos conserva la vida".
Otra celebración de importancia es la Fiesta de la oración por Chile, el último fin de semana de septiembre. En el marco de la oración por la Patria, se realiza esta fiesta chica de la Virgen a la que acuden bailes religiosos y muchos peregrinos. También durante la Semana Santa en el santuario se conservan muchas tradiciones que se guardan desde el período colonial como la procesión del Santo Entierro el Viernes Santo, donde en un solemne y sagrado silencio es descolgada la imagen colonial de Cristo crucificado para ser llevado en procesión.
Fiesta de San Lorenzo de Tarapacá
Esta celebración hoy es la segunda en importancia que se festeja en nuestra provincia. San Lorenzo nació en España, desde allí fue a Roma donde fue ordenado diácono para dedicarse al servicio de la administración de los bienes de la Iglesia bajo el papado de Sixto II. El tenía el encargo de distribuir bienes a los pobres, viudas y huérfanos.
La veneración a San Lorenzo llegó a Chile junto con los conquistadores españoles, quienes por haber nacido en España le tenían gran cariño. Desde entonces el pueblo de Tarapacá fue puesto bajo su protección. En el siglo XVIII son los mineros quienes celebran con preferencia la fiesta y construyen el templo además costeaban la fiesta, es decir, todos los gastos para la celebración propia del pueblo. En tiempos del salitre, empiezan los operarios de las salitreras a acudir a Tarapacá el día de la fiesta, aumentando el número de visitantes. Es entonces cuando surge la peregrinación a Tarapacá en honor a este Santo Mártir. San Lorenzo es el patrono de la parroquia y del pueblo, de los agricultores, mineros, de los viajeros y de los diáconos. La celebración de esta fiesta también congrega a miles de fieles devotos y a un gran número de bailes religiosos que al igual que en la fiesta de La Tirana, pero en menor cantidad, rinden homenaje cada 9 a 10 de agosto a San Lorenzo. En 1997 los administradores de El Escorial, a petición del obispo Troncoso, accedieron a enviar un trozo del hueso del cráneo de San Lorenzo al templo de Tarapacá el cual aún es conservado.
La fiesta de Tarapacá sigue la misma estructura de las fiestas andinas. Tiene un ritual de entrada: las ceras, los bailes religiosos, peregrinos. En la noche del 9 de agosto se espera con la celebración en la plaza del pueblo y fuegos artificiales. El día 10 se realiza la misa de campaña y por la tarde se celebra la procesión con la imagen de San Lorenzo por las calles de la localidad. Luego vienen las despedidas de los peregrinos y de los bailes religiosos asistentes a la fiesta.
Otras Celebraciones Patronales
Junto a la Fiesta de Nuestra Señora del Carmen de La Tirana y San Lorenzo de Tarapacá, las dos celebraciones de mayor popularidad, le sigue una serie de otras fiestas de importancia hoy en día como son los pastorcitos al Niño Dios, el 6 de enero, que coincide con la fiesta de la fertilidad de la tierra y el ganado, en la cual el andino se viste con su traje de pastor autóctono, su poncho especial y su blusa, en los pueblos de Chiapa, Jaiña, Limaxiña, Huaviña, Sibaya, Mamiña, Parca, Camiña, Pica y La Tirana.
otra fiesta muy difundida en el mundo andino es la Exaltación de la Santa Cruz el 3 de mayo que se celebra en casi todos los pueblos. Las cruces son celebradas con un ritual que acompaña el canto de la cruz, se viste con flores y sudarios nuevos y nuevamente se lleva a colocar en lo alto de los cerros o en las entradas de los pueblos. Se celebra con comidas rituales, adornos, velas, etc.
La fiesta del Espíritu Santo (Pentecostés), convoca a casi todo el mundo andino en Santuario de Sipiza, Jaiña, Loanzana, Camiña, Sibaya y Nama. El Espíritu Santo es representado en el Cristo mismo, sufriente, que exhala su Espíritu para renovar y dar vida. También hay presentación de niños en un rito en que la gente entrega a sus hijos al Señor Espíritu Santo para que los sane y los proteja.
Las fiestas de la Madre, Nuestra Señora del Rosario, se celebra durante el mes de octubre en Mamiña. La Virgen de la Candelaria, es festejada el 2 de febrero en todos los pueblos del altiplano. El 15 de agosto, en Chiapa, Sibaya y Huatacondo, celebran a la Virgen de la Asunta, porque coincide con el tiempo de la preparación de la tierra y es el mes sagrado aymara. Otra fiesta que es muy celebrada en los pueblos de Chapiquilta, Altuza, Huaviña y Macaya, ente otros, es la de San Santiago. En tanto que en Usmagama, se celebra la fiesta de la Exaltación de la Cruz. En el pueblo de Pica se celebra con gran devoción la fiesta de San Andrés, apóstol mártir bajo cuya advocación se erigió el pueblo y el templo.
TABLA RESUMEN DE LAS FIESTAS PATRONALES
A modo de conclusión se puede ver la abundancia de celebraciones religiosas durante todo el año en el mundo de la pampa, la precordillera y la cordillera:
Festividad
|
Fecha
|
Localidad
|
Comuna
|
Zona
|
Pastores |
06
Enero |
Camiña |
Camiña |
Precordillera |
|
|
Chiapa |
Huara |
Precordillera |
|
|
Jaiña |
Huara |
Precordillera |
|
|
Sibaya |
Huara |
Precordillera |
|
|
Limaxiña |
Huara |
Precordillera |
|
|
Huaviña |
Huara |
Precordillera |
|
|
Tarapacá |
Huara |
Precordillera |
|
|
Pica |
Pica |
Precordillera |
|
|
Parca |
Pozo
Almonte |
Precordillera |
|
|
Mamiña |
Pozo
Almonte |
Precordillera |
|
|
Macaya |
Pozo
Almonte |
Precordillera |
|
|
La
Tirana |
Pozo
Almonte |
Pampa |
|
|
Huatacondo |
Pozo
Almonte |
Precordillera |
V.
del Rosario |
18
Enero |
Lirima |
Pica |
Altiplano |
S.C.
de Jesús |
19
Enero |
Lirima |
Pica |
Altiplano |
Candelaria |
02
Febrero |
Pisiga
Carpa |
Colchane |
Altiplano |
|
|
Pisiga
Choque |
Colchane |
Altiplano |
|
|
Aravilla |
Colchane |
Altiplano |
|
|
Ancuaque |
Colchane |
Altiplano |
|
|
Apamilca |
Camiña |
Precordillera |
|
|
Jaiña |
Huara |
Precordillera |
|
|
Limaxiña |
Huara |
Precordillera |
|
|
Huaviña |
Huara |
Precordillera |
|
|
Tarapacá |
Huara |
Precordillera |
|
|
Cultane |
Pica |
Altiplano |
|
|
Mamiña |
Pozo
Almonte |
Precordillera |
|
|
Macaya |
Pozo
Almonte |
Precordillera |
|
|
Parca |
Pozo
Almonte |
Precordillera |
Lourdes |
11
Febrero |
Francia |
Camiña |
Precordillera |
|
|
Suca |
Huara |
Precordillera |
|
|
Sotoca |
Huara |
Precordillera |
|
|
Chusmiza |
Huara |
Precordillera |
|
|
Mocha |
Huara |
Precordillera |
|
|
Pisagua |
Huara |
Costa |
|
|
Quipisca |
Pozo
Almonte |
Precordillera |
|
|
Pica |
Pica |
Precordillera |
San
José |
18
Marzo |
Pisiga
Choque |
Colchane |
Altiplano |
|
|
Huasquiña |
Huara |
Precordillera |
|
|
La
Tirana |
Pozo
Almonte |
Pampa |
Semana
Santa |
Variable |
Camiña |
Camiña |
Precordillera |
|
|
Chiapa |
Huara |
Precordillera |
|
|
Sibaya |
Huara |
Precordillera |
|
|
Huaviña |
Huara |
Precordillera |
|
|
Pica |
Pica |
Precordillera |
|
|
Parca |
Pozo
Almonte |
Precordillera |
|
|
Mamiña |
Pozo
Almonte |
Precordillera |
|
|
La
Tirana |
Pozo
Almonte |
Pampa |
V.
de los Dolores |
21
Abril |
Chijo |
Colchane |
Altiplano |
San
Marcos |
25
Abril |
Tarapacá |
Huara |
Precordillera |
|
|
Mamiña |
Pozo
Almonte |
Precordillera |
San
Felipe |
1º
Mayo |
Iquiuca |
Pozo
Almonte |
Precordillera |
Santa
Cruz |
3
Mayo |
Altuza |
Camiña |
Precordillera |
|
|
Chapiquilta |
Camiña |
Precordillera |
|
|
Soga |
Huara |
Precordillera |
|
|
Chiapa |
Huara |
Precordillera |
|
|
Illalla |
Huara |
Precordillera |
|
|
Chusmiza |
Huara |
Precordillera |
|
|
Sibaya |
Huara |
Precordillera |
|
|
Poroma |
Huara |
Precordillera |
|
|
Huarasiña |
Huara |
Precordillera |
|
|
Cancosa |
Pica |
Altiplano |
|
|
Pica |
Pica |
Precordillera |
|
|
Mamiña |
Pozo
Almonte |
Precordillera |
|
|
La
Tirana |
Pozo
Almonte |
Pampa |
San
Isidro |
15
Mayo |
Pachica |
Huara |
Precordillera |
|
|
Quipisca |
Pozo
Almonte |
Precordillera |
|
|
La
Huayca |
Pozo
Almonte |
Precordillera |
Pentecostés |
Variable |
Nama |
Camiña |
Precordillera |
|
|
Miñita |
Huara |
Precordillera |
|
|
Jaiña |
Huara |
Precordillera |
|
|
Sipiza |
Huara |
Precordillera |
|
|
Sibaya |
Huara |
Precordillera |
|
|
Laonzana |
Huara |
Precordillera |
|
|
Cultane |
Pica |
Altiplano |
|
|
Pica |
Pica |
Precordillera |
|
|
Mamiña |
Pozo
Almonte |
Precordillera |
|
|
La
Tirana |
Pozo
Almonte |
Pampa |
Pentecostés
(Octava) |
Variable |
Huaviña |
Huara |
Precordillera |
S.
A. de Padua |
12
Junio |
Quistagama |
Camiña |
Precordillera |
|
|
Mocha |
Huara |
Precordillera |
|
|
Matilla |
Pica |
Precordillera |
Corpus
Christi |
15
Junio |
Camiña |
Camiña |
Precordillera |
|
|
Chiapa |
Huara |
Precordillera |
San
Juan Bautista |
24
Junio |
Chiapa |
Huara |
Precordillera |
|
|
Huaviña |
Huara |
Precordillera |
San
Pedro/San pablo |
29
Junio |
Sotoca |
Huara |
Precordillera |
|
|
Sipiza |
Huara |
Precordillera |
|
|
Coscaya |
Huara |
Precordillera |
|
|
Pisagua |
Huara |
Costa |
|
|
Parca |
Pozo
Almonte |
Precordillera |
Virgen
del Carmen |
16
Julio |
Miñi-miñe |
Huara |
Precordillera |
|
|
La
Tirana |
Pozo
Almonte |
Pampa |
San
Santiago |
25
Julio |
Quebe |
Colchane |
Precordillera |
|
|
Altuza |
Camiña |
Precordillera |
|
|
Chapiquilta |
Camiña |
Precordillera |
|
|
Illalla |
Huara |
Precordillera |
|
|
Usmagama |
Huara |
Precordillera |
|
|
Huaviña |
Huara |
Precordillera |
|
|
Cultane |
Pica |
Altiplano |
|
|
Macaya |
Pozo
Almonte |
Precordillera |
El
Salvador |
06
Agosto |
Limaxiña |
Huara |
Precordillera |
San
Lorenzo |
10
Agosto |
Tarapacá |
Huara |
Precordillera |
Asunción
de la Virgen |
15
Agosto |
Chiapa |
Huara |
Precordillera |
|
|
Sibaya |
Huara |
Precordillera |
|
|
Huatacondo |
Pozo
Almonte |
Precordillera |
San
Roque |
16
Agosto |
Chiapa |
Huara |
Precordillera |
San
Lorenzo (Octava) |
Agosto |
Tarapacá |
Huara |
Precordillera |
|
|
Huarasiña |
Huara |
Precordillera |
San
agustín |
28
Agosto |
Coscaya |
Huara |
Precordillera |
San
Liborio |
29
Agosto |
Poroma |
Huara |
Precordillera |
Santa
Rosa |
30
Agosto |
Villablanca |
Colchane |
Altiplano |
|
|
Usmagama |
Huara |
Precordillera |
|
|
Poroma |
Huara |
Precordillera |
|
|
Quisma |
Pica |
Precordillera |
Natividad-Guadalupe |
08
Sept. |
Mauque |
Colchane |
Altiplano |
|
|
Illalla |
Huara |
Precordillera |
San
Nicolás |
10
Sept. |
Sibaya |
Huara |
Precordillera |
Exaltación |
14-20
Sep. |
Usmagama |
Huara |
Precordillera |
San
Francisco |
04
Oct. |
Yala-yala |
Camiña |
Precordillera |
Virgen
del Rosario |
07
Oct. |
Moquella |
Camiña |
Precordillera |
|
|
Mamiña |
Pozo
Almonte |
Precordillera |
San
Antonio |
24
Oct. |
Pumire |
Colchane |
Altiplano |
Difuntos |
02
Nov. |
Isluga |
Colchane |
Altiplano |
|
|
Cariquima |
Colchane |
Altiplano |
|
|
Camiña |
Camiña |
Precordillera |
|
|
Chiapa |
Huara |
Precordillera |
|
|
Jaiña |
Huara |
Precordillera |
|
|
Sibaya |
Huara |
Precordillera |
|
|
Limaxiña |
Huara |
Precordillera |
|
|
Huaviña |
Huara |
Precordillera |
|
|
Mocha |
Huara |
Precordillera |
|
|
Cancosa |
Pica |
Altiplano |
|
|
Lirima |
Pica |
Altiplano |
|
|
Mamiña |
Pozo
Almonte |
Precordillera |
San
Juan |
24
Nov. |
Cariquima |
Colchane |
Altiplano |
San
Andrés |
30
Nov. |
Huasquiña |
Huara |
Precordillera |
|
|
Pica |
Pica |
Precordillera |
Santa
Bárbara |
04
Dic. |
Pachica |
Huara |
Precordillera |
|
|
Iquiuca |
Pozo
Almonte |
Precordillera |
Inmaculada
Concepción |
08
Dic. |
Coscaya |
Huara |
Precordillera |
|
|
Mamiña |
Pozo
Almonte |
Precordillera |
|
|
Quipisca |
Pozo
Almonte |
Precordillera |
Santa
Lucía |
13
Dic. |
Parca |
Pozo
Almonte |
Precordillera |
Santo
Tomás |
21
Dic. |
Isluga |
Colchane |
Altiplano |
|
|
Camiña |
Camiña |
Precordillera |
[1] Cfr. Van Kessel,
Holocausto al progreso. Ciren 1985
[2] Cfr. Encuesta nacional de
empleo, INE. Año 2003
[3] En el censo de 2002 se
establece para la primera región que el 95% de la población es urbana y el 5%
es rural.
[4] Cfr.
INE. Encuesta nacional de empleo: ocupación minera: I región 2,8% II región
20,77%. Comercio: I región 35,97% II región 31,03%. Transporte y almacenaje: I
región 22,32% II región: 16,25%. Agricultura y caza: I región 11,98% II región
5,68% Construcción: I región 9,98% II región 27,93%. Encuesta de
diciembre-febrero 2004.
[5] Hay al respecto una gran
cantidad de escritos publicados entre los que podemos destacar a Van Kessel con
sus aportes muy iluminadores de la cultura andina y las influencias de los
nuevos tiempos en ella. Cfr. Holocausto al progreso, Lucero del desierto, la
región católica y los aymaras, etc.
[6] Es
interesante observar la disminución de católicos y el aumento de protestantes.
Por ejemplo en la provincia de Iquique el año 1992 había un 81,02% de
católicos. En 2002 es de 74,04%; mientras que el mundo evangélico subió de un
10,11% a 12,08%. La diferencia del 7% entre los dos censos podríamos pensar que
se puede ver algo reflejada en las migraciones que se pudieran pensar de
católicos al mundo protestante (2% aprox.) y a la indiferencia religiosa (2%
aprox.)
[7] Cfr. Guerrero, B, en: Religiones
populares e identidad cultural en el Norte Grande de Chile. Revistas de
ciencias sociales. UNAP, No 9, 1999
[8] comprendemos la identidad como esa
conciencia de capacidad para decir yo. Una buena definición en este sentido es
la de Habernas: “Constituye una unidad simbólica de la persona, obtenida y
sustentada mediante la identificación consigo mismo, y que descansa en la
pertenencia a la realidad simbólica de su grupo” (Habernas, 1976)
[9] Es muy interesante leer a Van Kessel
en alguno de estos puntos que permiten iluminar mucho este período. Cfr. Los
aymaras y la Iglesia
católica. Ed. Rehue, 1992
[10] Hay muchos escritos en los diarios
de la época que muestran estos conflictos con los bailes religiosos. Gracias a
las nuevas estructuras de organización de los bailes, pudieron como un cuerpo
social ir dando pasos de defensa de su modo de expresión religiosa y mantenerse
ligado al culto oficial, a pesar de las
adversidades que se dieron. Será en la década del 50 cuando se inicien un
diálogo que estará marcado por los nuevos aires conciliares del Vaticano II a
partir de los años sesenta.
[11] En el Norte esta palabra tiene una
fuerza conductual. Expresa el acto litúrgico popular que tiene carácter de
obligatorio para la comunidad que lo realiza. De su buena realización depende
el éxito del culto y de considerar bien realizada la fiesta. Existen varios
niveles de costumbres, algunas de ellas tienen mayor importancia jerárquica que
otras.
[12] Existen trabajos muy
interesantes respecto al santuario, por ejemplo: Lucero del desierto, Van
Kessel, los danzantes de la Virgen
en el norte chileno, Javier García, La Tirana. Estudios
desde la arqueología y la historia, Lautaro Núñez, etc.
[13] El promedio de práctica religiosa (medida por la Misa dominical) se encuentra
bajo el promedio nacional (varía entre el 3,5 al 4,5%)